La pastilla

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Hace unos 4 o 5 meses fui a salud mental y me diagnosticaron depresión. Fue chocante escuchar la palabra. Estaba en mi ciudad natal cuando recibí ese diagnóstico y recuerdo que lloré mucho, porque esa sentencia significaba aceptar mis problemas. Por parte de mi familia, no tuvo buena acogida y solo tildaron el problema de exageración mía y de los médicos. Para ese entonces me dieron Sertralina y debía tomar 50 mg todos los días.

El primer mes seguí el tratamiento correctamente y sufrí los efectos secundarios correspondientes: diarrea, dolor de cabeza y somnolencia. Sin embargo, el segundo y tercer mes me desordené, porque al entrar a estudiar perdí el acceso al tratamiento (por la distancia entre las ciudades donde vivía y estudiaba). Decidí continuar el tratamiento en el servicio médico de mi universidad y hasta ahí todo bien: me dieron la receta y pude comprar una nueva caja de pastillas. Poco a poco, el estudio y los problemas ajenos a la universidad comenzaron a ocupar más espacio en mi mente que mi salud. Terminé por abandonarlas.

Ahora aquí estoy, más deprimida que la mierda, sintiéndome como Jorge Manrique en su famosa obra Coplas a la muerte de su padre y pienso en el verso donde dice "todo tiempo pasado fue mejor". En este momento sí que lo es, porque no hay peor momento que este.

Tengo 20 pastillas en mi mano y lucho por tomar una decisión: seguir con mi vida o abandonar el buque. Solo sé que estoy cansada y que quiero parar la vida. He cometido tantos errores que ya ni sé cómo reparar todo y todos me exigen lo mejor de mi. Sin embargo, ya ni sé si doy lo mejor de mi y tampoco sé si queda algo bueno en mi persona.

¿Vale quedarse?

No veo más allá de mi propia nariz, siento que me cubre una pesada manta mojada sobre mi espalda y me siento desgraciada. Sé que hay personas que estan peor que yo, pero así me siento: incapaz y una vergüenza. Además de hacer todo mal, no cuido mi cuerpo, tomo malas decisiones y lo peor es que he comenzado a golpearme por eso.

He roto mis piernas a cinturonazos.

No pienso más.
Me tomo las 20 pastillas.
Espero mi muerte.

Consumidora De CuerposDonde viven las historias. Descúbrelo ahora