Should I stay or should I go

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Despierto en una cama que no es la mía, en una camisa que no es la mía, en una casa que no es la mía. Sé donde estoy, pero no sé en qué momento me dormí. Me gusta aquí.

Me levanto y voy al living. Había un yogur sobre la mesa, una porción de avena y almendras, junto con una nota que decía:

"Buenos días dormilona, te dejé dormir porque te veías apacible como un amanecer detenido. Te dejé el desayuno junto a mi nota, espero que lo disfrutes. Si quieres puedes quedarte en casa, vuelvo a las 3 pm. Un abrazo. Thomas"

"Qué detalle" pensé.

No sé que hacer, si quedarme o irme. Si me voy estaré en casa aburrida, sola y deprimida como siempre lo he hecho. Si me quedo, debo esperar a Thomas con algo. Pero, ¿qué es esto que siento? Es como una ansiedad que recorre mi cuerpo al pensar en Thomas. Ha sido muy detallista conmigo, creo que me siento bien a su lado. No me ha tocado mientras estábamos ebrios, eso habla bien de él. ¿Cuál es su intención conmigo?

En fin, decido desayunar. El primer desayuno nutritivo en semanas, sobretodo por las almendras y avena. La luz entraba por una ventana que estaba al lado de la mesa, las cortinas hacían que la luz entrara en forma de hilo hasta la mesa. Thomas tenía muchos cactus en su casa; cactus y libros. Pronto, escucho un miau. Thomas tenía un gato muy peludo y anaranjado, usaba un collar rojo que decía Edgar. Pienso en el escritor Edgar Allan Poe, lo más probable es que haya sido por él. Comienzo a acariciarlo y él me ronronea.

Abro las cortinas y las ventanas. Me llega una brisa marina deliciosa y puedo ver las otras casas en los cerros y el mar al fondo. Me siento muy feliz en días. Quisiera quedarme aquí. Quisiera que esta fuera mi casa.

Espero acostada a Thomas en su cama, acariciando a Edgar. En serio que amo este lugar. Al lado de la cama hay una ventana que da a un patio pequeño con algunos árboles. Además, las ventanas están cubiertas por un visillo hecho, improvisadamente, como una cortina.

 Además, las ventanas están cubiertas por un visillo hecho, improvisadamente, como una cortina

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Poco a poco comienzo a cerrar mis ojos y a relajarme con el incensar ronroneo del gato. Hasta que creo dormirme. Comienzo a soñar que estoy con Thomas y que él me señala con el dedo una luna de color morado, yo lo abrazo y le digo que la vida puede ser eterna en 5 minutos. Él me besa la frente y me regala una sonrisa.

Pronto me despierto. Edgar no está a mi lado. Me levanto y oigo un sonido en la cocina, era Tom. Está de espaldas y no sabe que me he levantado aún. Lo miro como si lo conociera de siempre, como si fuéramos una pareja disfrutando de la cotidianidad.

- Hola- digo.

Él se gira y dibuja una sonrisa en su rostro.

- Hola- me responde- estoy cocinando algo que apuesto te gustará: pasta y champiñones.

- Wow, sí me encanta. Espero que no lo hayas hecho solo porque sabes que me gusta.

- No sé, solo se me antojó- me dijo riendo.

Nos sentamos a la mesa. Me sirvió vino y pasta con champiñones. Estaban maravillosos. Aparte de ser un garzón era un excelente cocinero. En serio que estoy muy feliz.

No puedo recordar cuanto tiempo ha pasado en que he estado así de llena en cuanto a mi felicidad. Creo que con John nunca me sentí así. Sin embargo, algo tiene Thomas que comienza a gustarme, pero a su vez tengo miedo de cagarla y que esto termine. La verdad es que tengo miedo a enamorarme y que salga dañada así como salí de mi anterior relación. Además, aún tengo algo con Noah, pero poco a poco comienza a darme lo mismo, me da pena eso si que solamente quiera estar con él cuando me siento sola. No es justo para ninguno de los dos.

Le agradezco la comida. Estoy algo nerviosa e incómoda, como que su presencia hace que me sienta desnuda. Muevo los ojos constantemente cuando los suyos buscan encontrarse con los míos.

- ¿Por qué no quieres mirarme, Susy?- dice sonriéndome.

- ¿Susy? Hace tiempo que nadie me llama así.

Él ríe.

- Hace tiempo que no me sentía realmente acompañado - dice Tom.

Siento que me pongo de todos los colores. En serio que sus palabras se me flecharon en el pecho y me abrazaron suavemente. En un momento siento que debo irme.

- Sabes Thomas, debo irme. He estado mucho tiempo fuera de casa, quiero ducharme y ver mis libros, tengo algunos ensayos que avanzar en lo que dura el paro.

Me levanto rápidamente y cojo mi chaqueta. Él me toma la muñeca y me dice:

- Quédate, por favor- con sus ojos implorosos.

No sé que hacer, ¿me quedo o me voy?




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