Consumidora De Cuerpos

Prefacio

La casa estaba gobernada por un ensordecedor silencio, la madera crujía inútilmente con cada paso, los perros ladraban cuando un alma se cruzaba. Cada sonido existía, pero era ignorado, y podía suponerse que el sonido nunca existió, que cada ruido era inaudible. Las cortinas bailaban lentamente con la suave brisa de octubre, trayendo hacia la casa un alegre perfume a flores. Todo estaba tranquilo, sin alteraciones, sin violencia.

Arriba dos cuerpos besabanse silenciosamente entre el vacío de un hogar. La inexperiencia y torpeza de las caricias reinaba el acto al igual que la inseguridad y las dudas de cómo concretar una relación sexual. Por un momento, en la mente de uno de los jóvenes circula un pensamiento: ¿Habrá servido todo el porno para ponerlo a prueba aquí y ahora?

En rigor, no. El porno es ficción y no podía suponer poner en práctica extravagantes posiciones si ni siquiera sabía hacerlas, si ni siquiera sabía aún introducir su pene. Así que, simplemente, ambos se dejaron llevar por el fuego que ardía en sus entrepiernas. Pronto, breves gemidos previos al acto sexual indicaban que todo resultaba bien.

Hasta que ocurrió la penetración: placer y dolor. Sus cuerpos temblaron y se tensaron en conocimiento de nuevas sensaciones y dolores. Ahora, no había más piedad, y el varón no se detendría ante los sucesivos quejidos de la amante, en pro de sentir más y más placer.

Ya no había vuelta atrás. Hay dos perspectivas del mismo acto y ambas han marcado para siempre o por un buen tiempo la vida de ambos jóvenes: la reafirmación de la masculinidad ante el acto sexual y la pérdida de una supuesta virginidad. Una se concentra en el ego y otra en el miedo, en el castigo, en el prejuicio, en el tabú.

Poco a poco la brutalidad del joven comienza a aminorar, hasta un último suspiro y eyacular en el monte de venus. Él sonríe y besa los labios de la joven, luego acurruca su cuerpo al lado, mientras que ella permanece con la vista en el techo, congelada, atónita, incrédula.

"Ha pasado" pensó.