C H A P T E R O N E

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Sagitario

Veía como la lluvia azotaba los cristales de lo que los humanos llamaban auto. Estaba todo tan oscuro que me recordaba a las profundidades del océano, aquellos terrenos submarinos jamás explorados por las personas. Solo que no había peces, agua —además de la lluvia— burbujas, corales y mis padres controlando todo.

Les contaré más detalladamente cómo es que nos encontrábamos en un gran auto junto con mis cinco hermanas y dos humanos que me habían caído de lo más bien.

Todo comenzó hace ya casi siete meses, mis padres fueron notificados de una posible guerra que venía desde el océano Índico —no me pregunten el por qué de la rivalidad—, ellos siempre habían querido tener dominio sobre nosotros y gracias a años de buenos gobernantes y guerreros, nunca se lo permitieron. Luego de que mis padres —el rey Taurel, un tritón y la reina Laia, una sirena— lo conversaran, se les ocurrió la gran y maravillosa idea de mandarnos al mundo de los humanos, donde todo era tan seco y también la cuna de la contaminación. Por supuesto nos opusimos y hasta quisimos estar en el ejército que estaba siendo entrenado duramente, pero era obvio que ellos no nos dejarían, así que nos enseñaron todo lo que podían enseñarnos sobre este mundo y hasta mamá nos había dado lecciones y detalles para no quedar como unas completas extrañas.

¿Cómo sabía la reina Laia aquellos detalles?

Ella había sido abandonada en la superficie cuando era tan solo una pequeña sirenita. Mi madre había sido acogida por un hombre y una mujer que la criaron como si fuera su propia hija. A la edad de los 19 se dio cuenta que algo no andaba bien con sus piernas y pies, le estaba saliendo una aleta de un hermoso color coral claro, obviamente se asustó y sin pensarlo dos veces le dijo a la señora lo que ocurría, ella junto con su marido le contaron todo.

Mi mamá nunca había sido abandonada, la salvaron ya que corría un gran peligro allí abajo por ser parte de una profecía que al final nunca se cumplió. Al parecer le pusieron un hechizo para que no se notara su parte pez por 19 años y 5 meses, el único hechizo que se conoce para no convertirte en sirena a penas si te cae una maldita gota de agua.

Ahora... ¿Ellos eran los mismos señores?

No, claro que no, mis padres fueron a su entierro. Así es, se arriesgaron para ir a su funeral, por suerte no hubo lluvia. Esos humanos habían sido todo para mí madre y hasta mi padre los había conocido, uno de los humanos que más le agradaban según él dijo.

Aunque no sean ellos, si mal no recuerdo, la señora era hija de ellos, una de las mejores amigas de mi mamá y un tanto amiga de mi papá. Ella se encargaría, junto con su esposo que ya sabe todo porque también era mejor amigo de mi padre, de criarnos por cierto periodo de tiempo indefinido, hasta que al menos las cosas se calmen en Aqustioris —mi reino por si no se han dado cuenta—.

-Por suerte no está lloviendo a donde vamos —escuchamos a la señora llamada Gloria Hudson.

Fruncimos el ceño confundidas, o al menos yo lo hice porque con esta oscuridad no podía descifrar las caras que hacían las demás.

-¿Cómo sabe eso? —habló Aries por todas nosotras. Ambos rieron por nuestra notable confusión.

-Así como ustedes saben por cual corriente ir en un día, nosotros sabemos el clima o al menos la proximidad de este. El pronóstico advirtió que solo por esta zona de Honolulu estaría así, en la ciudad no llueve —nos explicó el hombre, Patrick.

The Sirens [Zodiaco] [TS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora