9

3 0 0
                                    

"Uno no es de donde es, sino de donde quiere ser"

Había llegado el día de hablar con alguien que podría comprender un poquito más cómo me sentía, conocía yo su historia a la perfección y aunque ella no conocía la mía del todo -por circunstancias que no tienen nada que ver con confianza- también conocía lo necesario.

Aunque siempre estabas en mis pensamientos aquel día no fue tan intenso como otros, habían pasado 2 días desde que tenías que haberme escrito y ya estaba resignado a que no lo harías, sin embargo sabía que teníamos que sanjar el asunto porque hay cosas que si no se solucionan o se aclaran entonces te terminan destruyendo, y los asuntos del corazón son una de ellas. Decidí caminar al punto de encuentro, entre otras cosas porque no estaba lejos pero además porque necesitaba un poco el aire fresco, recuerdo que hacía frío aquel día y a mi siempre me ha gustado ese clima, cuando la vi me puse inmediatamente feliz porque vinieron a mi interminables recuerdos: cuando nos conocimos, las bromas escolares, los proyectos que hicimos juntos, cuando estuvo en mi primera ruptura, cuando yo estuve en la suya y en sus momentos más oscuros, desde lo más feliz hasta lo más melancólico que pudiésemos haber vivido, porque -como ya lo había mencionado antes- las verdaderas amistades no están pegadas todo el tiempo pero los momentos importantes si que no se los pierden.

-Hola, cuanto tiempo -dije con gran alegría-.

-Si, ha pasado bastante, creo que 3 años para ser exactos -me sonrío-.

Y nos enfundamos en un abrazo fraternal tan puro y tierno que por un instante me sentí tranquilo del todo nuevamente, cómo si cuando abrazáramos a aquellas personas que son realmente importantes en la vida todo lo demás no tuviera importancia, fue como si hubiese vuelto a casa después de un largo y tedioso viaje. Después de ello empezamos a caminar rumbo a la cafetería que previamente ella había elegido mientras conversábamos.

-Bueno, antes de empezar a abrumarte con mis problemas dime ¿Cómo has estado tú? -le pregunté-.

Y no lo hacía porque ella me fuese a ayudar o porque sentía una extraña necesidad de ser recíproco, no, fue más bien porque realmente quería saber como le iba en la vida, y fue cuando me contó todo lo que había pasado estos últimos años.

-Mucho mejor de la última vez que nos vimos, conseguí trabajo de planta en una automotriz importante en el área que estudié, pero me costó mucho, también conocí a una persona, creí que después de mi última relación no volvería a haber nadie pero el me demostró lo equivocada que estaba -dijo con una sonrisa de satisfacción en su rostro-.

-Vaya, cuéntame más acerca de el.

Y lo más relevante de su historia es que no fue cómo en todos los libros y las películas famosas y conocidas lo pintan, sino que fue algo real, fue una historia normal pero con grandes enseñanzas que me revelaría más tarde, quizás ella ya intuía de lo que iba a hablarle, así que únicamente en ese momento contó lo feliz que estaba pero sobre todo lo importante que era el en su vida.

-Vaya, pues estoy contento que encuentres a alguien así y que sea tan importante en tu vida, ¿Es aquí? -dije al detenernos en un lugar-.

-Si, aquí es -contestó.

El café tenía una temática "oscura", con decoraciones que simulaban un bosque, con luces calurosas que no lastimaban los ojos, con música relajante de fondo que claramente era para fomentar las pláticas entre los clientes, y también había un aroma como a incienso de canela que impregnaba todo el lugar. Nos dieron una mesa en uno de los rincones por solicitud nuestra para tener mayor privacidad y que nuestra plática no se viera interrumpida, ella pidió un té y yo pedí un café , y entonces comenzó la confesión.

-Cuéntame ¿Quién te inquieta? -puso cara seria al terminar la pregunta-.

-Es triste que cada vez que hablamos sea de una mujer que inquieta mi vida -y reí ligeramente-.

-La última vez no hablamos de eso -me dijo-.

Y recordé que era cierto, que la última vez que habíamos hablado fue de mi paso fallido por el empleo más entretenido que he tenido, así que abrí mi corazón y le conté nuestra historia.

-Vaya, no ha sido como ninguna de las que conocía -confesó-.

Y era cierto, porque por primera vez también le admití a ella.

-Lo sé, deseo casarme algún día con ella -confesé-.

Y por un momento estuvo a punto de escupir su té.

-¿Enserio? Entonces ya no estamos hablando de juego de niños -dijo-.

Y a diferencia de mi mejor amigo ella no cuestionó mis deseos y creo que es porque como mujeres tienen una vista más amplia que la mayoría de los hombres respecto a los asuntos del corazón, porque cuando haces esa confesión con un amigo todos piensan en que quieres estar con esa persona físicamente y por eso llegas a tal extremo y le restan importancia a tus palabras, pero una mujer hace exactamente lo contrario, comprende del todo la importancia del matrimonio como vínculo eterno y por eso cuando un hombre habla de el no pueden cuestionarlo, mucho menos cuando detrás había una historia como la nuestra que no es romántica sino de amistad, saben que ese pensamiento no es a la ligera y habla de los sentimientos que tienes hacia esa persona.

-Si, lo tengo bien en mente, de hecho hace poco hablé con mi mejor amigo -a quien ella conocía a la perfección- pero no lo tomo de la misma forma que tú -confesé nuevamente-.

-¿Por qué no? ¿Qué te dijo? -y frunció el ceño al hacer esta última pregunta-.

-Qué no me aventara sino que tanteara el terreno para saber si realmente te importaba como amigo, sino solo perdería mi tiempo porque si ni como amigo me quiere mucho menos como algo más.

Y al terminar esas palabras la vi directamente a los ojos y pude notar que venía un regaño hacia ambas partes.

-Dime que no le hiciste caso -su tono era serio-.

Y agache la mirada hacia mi café y procedí a tomarlo porque había hecho exactamente eso: hacerle caso.

S.D.E. ÁgapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora