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"Lo que te hace tan especial es que puedes ser mi mayor fortaleza y a la vez mi mayor debilidad..."

Todo el mundo piensa que es bueno para dar consejos y eso me encanta pero no de la forma que crees, lo que me encanta de ello es que la mayoría habla sin pensar pero sobre todo sin actuar y a pesar de ello creen tener la razón. Pero siendo verdaderamente honestos jamás tendrían el coraje de llevarlos a cabo, son palabras vacías, sin sentido, que carecen de fe en ellas, principalmente porque no confían en ellos mismos, no tienen convicción en sus palabras. Y me encanta ello por el hecho de que así descubres quien vale la pena para estar contigo -de cualquier forma- y quien no.

Precisamente amo eso de ti, que podría apostarme la vida en que cada una de las palabras que salen de tu boca tienen sentido y son coherentes, nada sale sin haber pasado un proceso arduo en tu preciosa y maravillosa mente, podría jurar que hasta para ti es imperceptible, porque es parte de ti, de quien eres.

Después de tomar algo con mi amiga procedí a dejarla en su casa -como todo buen caballero- y regresar a la mía, pensando todo mi camino de vuelta en ti, en tú sonrisa, en tus ojos, en la fuerza de tu mirada, en tus manos suaves como la mismísima seda, en tu risa tan singular... Pero seguía aferrado a que lo mejor era dejar que demostraras un poco de interés en mi, por lo menos en nuestra amistad, así que no te envié mensaje ni te llame, en parte porque estaba seguro que al día siguiente nos cruzaríamos en el club... y así fue.

Empecé mi día de forma normal, preparándome para ir al club, tomaría algunas clases y después comería con unos amigos para ponernos un poco al día -de temas no relevantes-, así que cuando llegué al punto de encuentro al terminar mis clases de aquel día aún no llegaban para mi mala fortuna, sin embargo allí se encontraba una vieja conocida y para no aburrirme me puse a platicar con ella de temas triviales, de su trabajo, de sus relaciones personales, aunque no contaba nada mío pero era bueno escuchándola y eso le agradaba, de vez en cuando le contaba algún chiste o anécdota graciosa para involucrarme en la plática y no hacerla solamente de ella -algo que hubiese sido grosero-, cuando te vi pasar al lado mío mi corazón se desbordó, porque ahora que había aceptado lo que sentía por ti no tenía esa "reja" que había creado en mi alma, y verte fue como un soplo de aire fresco después de estar a punto de ahogarte, cómo un ciego que abre los ojos por primera vez, como un mudo que por fin puede recitar el poema más hermoso que la humanidad hubiese tenido el placer de escuchar, y podría seguir y seguir con tantos ejemplos que necesitaría más vidas solo para expresar mis sentimientos en ese momento, incluso mientras escribo esto si cierro mis ojos puedo revivir el momento exacto en que te vi después de haber admitido a mi corazón, mi mente, mi alma y mi ser lo que sentía por ti... y es un sentimiento indescriptible.

Llevabas prisa aquel día así que solo intercambiamos unas cuantas palabras:

-Hola amigo ¿Cómo estás? -preguntaste- te veo más delgado.

-Bien, ¿Y tú? - no te podía decir amiga, no más-.

-Bien, con prisa, te mando mensaje.

Y así fue, me escribiste aunque por respeto a mi compañía en aquel momento no lo leí en ese instante. Y después de pronunciar aquellas palabras volteaste a verme mientras te retirabas y me sonreías, a día de hoy no creo haber visto nunca una sonrisa tan bonita como aquella, tan pura, sin maldad ni dobles sentidos, y cada vez que me he sentido solo o tenido un mal día cierro mis ojos y veo esa misma sonrisa que me impulsa a continuar adelante, es como una luz en mi oscuro camino, como la luz al final del túnel.

Me despedí de ella -de mi compañía en aquellos momentos- aproximadamente 10 minutos después de nuestro breve intercambio, y procedí a continuar esperando a mis amigos quienes tardaron otros 5 minutos más en llegar. Mientras comíamos abrí tú mensaje y reí como idiota por lo que habías puesto.

B

"¿Cuidando tú ganado?"

S

"Más bien renovando el ganado"

B

Jaja, ¿A quién esperabas?

S

A unos amigos con quienes iré a comer, bueno estoy comiendo con ellos. ¿No estabas ocupada?

Y allí a pesar de lo bien que platicábamos tenía que hacer un comentario estúpido, para fortuna mía tú no lo tomaste así.

B

Ahora tengo tiempo, estoy comiendo un helado.

Pero la estupidez humana -bueno, la mía- no tiene límites.

S

Tampoco va a ser cuando tú quieras.

B

Bueno, adiós.

Y en ese momento me enojé más.

S

Gracias por la importancia que me das.

B

Sabes que he estado ocupada más de lo que pensé por eso no te había escrito.

S

Si, porque solo piensas en ti, ¿Y si te necesito que hago?

B

Pues me hablas y ya

S

No es tan fácil

B

Debería serlo conmigo, ¿no?

Touché. A veces con ese tipo de comentarios pienso que ya lo sabías -lo que siento por ti- incluso antes de decirte, deberías haberlo hecho, eras la única persona con la que era vulnerable, nadie más me "derretía" como tú y lo "peor" de todo es que no podía enojarme, me encantaba que usaras mi debilidad por ti para obtener lo que querías, para ganar una discusión, el ser tú "juguete" era algo que me gustaba porque sabía que tus motivos no eran malos y si ello te hacía feliz yo era feliz, mucha gente seguramente al leer esto -si es que alguna vez lo hacen- pensará todo lo contrario pero como ejemplo pensemos en un sordo, si le intentáramos explicar lo que es oír no nos podría comprender aunque lo tratara, porque es algo que nunca ha vivido ni ha sentido y seguramente jamás lo hará, bueno con el amor pasa algo similar: podemos tratar de explicarlo pero cada amor es único, diferente, hermoso a su manera, por eso no debemos menospreciar como ama cada persona, como quiere, como siente... así es lo que yo tengo contigo, por más que intente explicarle a alguien nuestra dinámica estoy seguro que no la entenderá, por una muy simple, sencilla pero a la vez "complicada" razón: es nuestra y de nadie más.

S.D.E. ÁgapeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora