Cap:28

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La frontera, odiaba ir a la frontera, siempre lo había odiado, y ahora que estaban en un especie de punto muerto antes de que una supuesta guerra empezará, todo por el ladrón, odiaba aún más la frontera, pero no se podía negar, ese era el problema, después de todo eran órdenes de Ernesto y recordaba claramente sus palabras.

—Sé que no te gusta, pero ahora mismo no te lo estoy preguntando. —Había sido un buen día hasta ese entonces, pero Ernesto tenía que venir y arruinarlo todo—. Esto es serio, no tengo a más personal para que vaya Carolina, además tú y tú equipo me serán más útiles allá que aquí en la central.

Se había vuelto más aburrido con el paso de los años creía Carolina, y ahora que lo pensaba bien, desde que Martín había enfermado y nadie sabía lo que tenía, no había vuelto a ver la sonrisa en su rostro o ese brillo característico en su mirada, se sentía culpable y ella lo sabía muy bien.

—Yo también voy a enviar a personal a la frontera, pero necesito a uno de los líderes y vas a tener que ir.

Si, se sentía culpable, no era extraño, ya que para ser el Jefe de una mafia Ernesto no lo parecía, y Oliver encajaba más en el perfil, era mucho más responsable, los tres eran hermanos, pero eso era algo que no todos debían saber, de hecho ni siquiera ella sabía lo de la mafia, en realidad cuando ellos le dijeron la verdad creyó que era una especie de broma, sobre todo cuando dejaron que se uniera a la Elecma, ¿El Jefe...? Por favor... Si ni siquiera podía traer los materiales cuando estaban en la escuela, mucho menos iba a dirigir una mafia completa.

—Ya está decidido, por lo que empieza a empacar.

Eso definitivamente había arruinado todo su día.

Había llegado hace aproximadamente dos horas y ya tenían todo listo, habían puesto sus cosas en su nueva residencia y hecho de todo para cuando llegará la noche y tuviera que patrullar, por si acaso, pero esperaba ansiosa que en los turnos que había escrito Ernesto no saliera su nombre en terreno, prefería mil veces hacer trabajo en escritorio que trabajo de campo, pero cuando el correo llegó y la lista apareció en su portátil Carolina solo quería romper algo, ya que, justamente lo que no quería le había tocado, resignada se tuvo que ir del búnker, busco en una de las cámaras del lugar las armas, la linterna y todo lo que necesitará para ir a la frontera.

Cuando estuvo bien equipada salió y se encontró con la oscuridad de la noche y el frío de la velada, era un terreno llano, sin mucha vegetación, en días bueno la nieve lo volvía menos aburrido, pero la frontera era así siempre, jodidamente aburrida, hace años que no iba para esos lados, y ahora creía que desde la última vez que estuvo todo estaba diferente y la delgada línea que dividía el territorio de la Mawe y la Elecma era visible, más aún, podía ver directamente a la mafia enemiga con sólo fijar un poco la vista.

Carolina sólo los miró con desprecio cuando pasó por ahí, estaba obligada a vigilar toda su zona y tenía sí o sí que pasar por ese lugar, pero se detuvo al ver al mismo chico que la estaba observando en la reunión, sin duda era él, y cuando le devuelve la mirada y le sonríe gira rápidamente la cabeza empezando a caminar lo más rápido que sus pies le permiten, estaba nerviosa, lo sabía bien, y sería una gran mentira si lo negara, pero estuvo mucho tiempo pensando en él y sus ojos fijos en ella, solía regañarse mentalmente cuando se descubría pensando en ese momento, y justo ahora no era la excepción, pero dadas las circunstancias no fue ella la que empezó sino que era el hombre de la Mawe, que justamente tuvo que encontrarse aquí en la frontera.

Su suerte no podía ser mejor y cuando tropezó por querer pasar lo más rápido posible su conciencia volvió a repetirlo, ese si que no había sido su día.

—Parece que necesitas ayuda. —Y cerró los ojos creyendo que así no tendría que enfrentar la situación.

Carolina se paró más que rápido y estaba dispuesta a irse sin responder al tipo, todo con tal de mantener su dignidad, pero como si él hubiera leído sus pensamientos volvió a hablar deteniéndola.

—Por cierto me llamó Valentino y tú estás llena de suciedad.

—Bueno ese es mi problema. —Quería sonar desinteresada, pero la verdad es que disimuladamente limpiaba su ropa bajo la divertida mirada del sujeto.

—Qué coincidencia, ¿no crees? —Le contestó sonando desinteresado agachándose para recoger la linterna—. Encontrarnos aquí.

—Ni siquiera te conozco.

—No mientas yo se que si. —Le dijo dándole una mirada y alzando las cejas—. Además sería imposible olvidarme.

—Como si fueras Di Caprio. —Contestó quitando de las manos la linterna con brusquedad.

—Soy mucho mejor, además a mi no me mató un iceberg.

—Porque te voy a matar yo...

—Inténtalo. —Valentino se acercó peligrosamente a Carolina—. Veremos si cumples. —Y su diestra fue a parar a su hombro de donde sacó una hoja—. Hasta ese entonces creó que nos vamos a ver aquí seguido por lo que deberías decirme tu nombre.

Carolina que en ningún momento se movió miró fijamente al hombre y con una sonrisa ladeada.

—Pero si mal no recuerdo mi líder dijo mi nombre en la reunión. —Su tono de voz era bajo, y se iba poco a poco acercando al rostro de Valentino, que frunció el ceño fingiendo recordar—. Y no creó que lo hayas olvidado sería una pena, ya que, sería imposible olvidarme. —Repitió las mismas palabras dichas por él disfrutando su reacción.

—Sabes cómo jugar no. —Cuestionó también sonriendo—. Pero yo a diferencia de ti se que no podría olvidarte, Carolina.

La distancia era casi nula y el frío que creía sentir antes se había esfumado por completo.

—Ves que no era tan difícil. —Sabía que estaba metiéndose en un juego peligroso pero eso era lo que menos le importaba—. Y no es como que me importará, pero estas en mi territorio y si no quieres ser un cadáver tienes unos cuantos segundos para retroceder unos pasos, a menos claro, que quieras que cumpla y te mate, pero eso ya no sería divertido.

Solo hasta ese entonces Valentino pareció darse cuenta de la situación y retrocedió hasta estar en la seguridad de su territorio, desde ahí observa intensamente a Carolina siendo separados a lo menos por un metro.

—Como ya dije nos veremos seguido y créeme, la próxima vez la frontera no será un impedimento y no te salvarás.

—Parece una amenaza. —Y no es como que estuviera asustada al contrario se divertía pero tenía que seguir con sus rondas por lo que comienza a caminar dejando atrás al enemigo, porque si, era el enemigo—. Así que tú también créeme, que la próxima vez nada me impedirá matarte, Valentino.

Y con eso se aleja completamente sin mirar atrás, y por primera vez desde que le dijeron que debía ir a la frontera, Carolina no maldijo su suerte y pensó que al final quizás si había sido su día.

La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora