Cap:46

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Empezar de cero es difícil, más si dejas a alguien atrás, pero si es realmente necesario y la razón tras la partida es fuerte y uno mantiene la voluntad, al final siempre vale la pena.

Ramón no esperaba que lo comprendieran, estaba seguro de lo que pasaría, pero empezar de cero sólo hizo el camino más difícil.

Porque se supone que si levantan una casa con materiales nuevos va a ser más fácil construirla, en cambio, si la casa se había caído previamente y debía rehacerla de los escombros solo generaría que estuviera inestable e insegura. Quizás si se usaban materiales más fuertes al final terminaría en pie, pero siempre sería la casa no pudo mantenerse y cayó

Era eso lo que pasaba, él no podía empezar otra vez porque no tenía los materiales suficientes y solo se quedaba en la deriva, esperando en las sombras, sólo esperando.

Tenía el maletín a su izquierda y con la vista fija en él se preguntaba cómo el Jefe estaba esperando empezar de cero, si algo como lo que había ahí dentro solo causaría destrucción y muertes de personas inocentes. Pero debe darle mérito, no cualquiera crea algo de la nada y lo convierte en un arma de destrucción masiva y aunque no lo quiera reconocer su plan fue mucho más de todo lo que había pensado, porque si lo que escuchó aquella vez se volvía real, empezar desde cero ya no iba a servir y todo eso, más allá del arma que intentaban expandir, sería una salida de escape.

Pero él no estaba dispuesto a rendirse.

Ramón no era el malo de la historia, el Jefe era el que intentaba hacerlo ver así, ya que estaba seguro que nunca les dijo la verdad a todos, menos en la reunión de hace semanas, él era un mentiroso que manipulaba a todos a su antojo.

Porque si el Jefe quería destruir todo lo que el mundo había logrado, él solo quería salvarlo.

Lástima que tuvo que huir con el maletín para conseguirlo, lástima que tuvo que dejar a Fabiola y Belén atrás, lástima que tuvo que darle la espalda a su mafia. Lástima que tuvo que usar a Luciano y a Danilo para ganar.

Una pequeña sonrisa surcó su rostro y con su mirada fija aún en el maletín recuerda como lo hizo, pobres de ellos que como ilusos aceptaron todo sin saberlo. Pero era necesario, sabe que no lo habría conseguido nunca si no les hubiera dado los brazaletes, por eso en el fondo se siente agradecido, y si ellos no fueran tan devotos al Jefe está seguro que les habría pedido una explicación, por lo menos a Luciano, que era el que realmente sabía algo de lo que estaba ocurriendo, Danilo sólo estuvo ahí en el momento adecuado y para que ellos no sospecharan les había dado a ambos el accesorio para aparentar. Lo peor es que había funcionado.

Porque gracias a eso él pudo empezar otra vez, pudo empezar de cero.

Redirigió sus ojos hasta su muñeca derecha, y encorvado con los hombros hundidos la levantó hasta que la manga de su desgastado saco resbaló y mostró su propio brazalete de metal con un pequeño diseño en una piedra preciosa que les recordaban un día en específico, y no quiere recordar pero no se puede mentir a sí mismo, por lo que se permite dejar caer sus párpados y enfocar en su mente sus propias palabras la primera vez que los vio en la vitrina de aquella tienda.

Él sólo quería algo que los mantuviera juntos. Y que no los separará y que los sintiera ahí junto a él aunque estuvieran a miles de kilómetros de distancia. Aunque los haya traicionado.




[. . .]




Lo que había empezado este lunes en una investigación hacia los colegios del centro de Rusia, eran tres semanas después, una especie de juego peligroso para que no investigarán esa escuela en específico.

Tanto Ignacia como Dominic se habían encargado de mantener la atención en otros establecimientos, dando vueltas y haciendo las cosas de forma tan lenta que en más de una ocasión les había provocado incidentes, como León alterado y pendiente de todo lo que hacían dándoles un poco de inseguridad y creando así más errores de los que deberían haber hecho para pasar desapercibidas, también un Gabriel extremadamente emocionado y dispuesto a hacer de todo, que alzaba de vez en cuanto la voz haciendo rabiar a León, y por último, Giovanni que resultó ser serio sólo cuando su amigo estaba cerca y estando solo con las chicas se volvía otra persona totalmente diferente, lo que las desconcertaba a cierto punto, y todo eso mezclado no era más que una sola palabra:

Caos.

Y sabían que estaban actuando un poco extrañas pero por suerte las cosas habían salido de tal manera que no tenían que preocuparse de ese asunto, pero no podían tener ese tipo de inestabilidad, ya habían creado bastantes inconvenientes, como la vez que perdieron los expedientes de una semana completa y estuvieron buscando hasta encontrarlo, claro eso les había costado un regaño y un León satisfecho por sus errores.

También estaba esa vez que por accidente Ignacia volcó su refresco en la computadora donde estaban escribiendo y guardando todos los documentos y nombres de los establecimientos ya vistos, por suerte el chip de la memoria no había sido dañado y pudieron recuperar la información con ayuda de Hano que era un hacker al igual que Abi. Y ahí iba otro regaño y un Sokolov que por extraño que parezca no las miraba y no las llamaba directamente tanto como antes, de hecho cuando hacían algo que no debían, algún incidente o inconveniente, él solo les decía las mismas palabras una y otra vez, parecía un robot y ambas estaban más preocupadas por el caso que para fijarse en él.

Aunque era Dominic la que le había pedido a Ignacia que hicieran lo imposible para que no investigarán un colegio en específico que resultó ser, para sorpresa de Ignacia, esa escuela. Ella no había discutido y creía que era solo por su pasado, pero las opciones se acababan, y esas tres semanas después de haber empezado ya no había nada que hacer, y ambas sabían que el próximo lunes sería turno de un distrito al que ambas no podrían escapar.




[. . .]




Valentina siendo la Jefe de la Mawe no podía confiar solo en un mensaje escrito, aunque este le haya dado el paradero del traidor, aunque le hubiera dado la información necesaria para saber que tenía en su propia mafia un espía y que ese espía no era nadie más que alguien del Jefe.

Es curioso, porque ese mismo papel no le había dado en seguida todo sino que ella tuvo que descifrarlo y cuando lo logró, el acertijo siguió hasta darle algo que no creía que fuera posible.

Ya que ella estuvo en ese lugar, estuvo hace siete años en el norte, estuvo en la guerra y estuvo y vio con sus propios ojos como el Jefe mató al líder de la mafia que ejercía su poder en ese territorio; Ella lo vio morir.

Por lo que no creía posible que lo que le dijera ese mismo papel después de haberlo descifrado código por código fuera eso.

Más si era ese mismo papel que le decía que el Jefe de la mafia del norte era la persona detrás de todo.

—Es imposible. ¿Cierto?

Su oficina ahora en penumbras no le parecía acogedora, no tanto como antes, después de todo simplemente no podía creerlo y tampoco podía confiar.

—Podría ser tan imposible como posible, después de todo. ¿Qué es lo que esperabas? Nada de esto es normal.

—Nunca nada va a ser normal, Víctor. —Sus oscuros orbes analizaron a la persona frente a ella, él era alguien en quien podía confiar—. Esto es la Mafia.

Víctor con sus ojos grises brillando de forma incomprensible vieron el papel en las manos de Valentina y en su usual rostro inexpresivo se formó de a poco una sonrisa cínica.

—Te equivocas Jefa, esto es la guerra.


La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora