Cap:35

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Pato no creía haber hecho algo así, pero si le hubieran dicho que al pasar por el pasillo sur de la guarida en ese momento exactamente, iba a escuchar una conversación muy sospechosa, él no lo habría hecho y se daría el tiempo de darse la vuelta completa para llegar a su lugar, pero el destino lo quiso así o eso era lo que quería pensar, pero la verdad es que no se arrepiente, pero para ser aún más sinceros el Pato sabe que lo que escuchó en ese pasillo oscuro no va a salir de su mente en mucho tiempo.

—¿Sacaste toda la documentación?

Fue el primer susurró que escuchó, eran las diez de la noche y ese domingo él tenía que quedarse hasta la madrugada en el ala sur de la guarida.

La guarida estaba en un lugar algo concurrido, ósea los suburbios y se llegaba allí bajando por unas escaleras en el sótano de un edificio abandonado.

Nadie más allá de los líderes y algunos subordinados podían entrar, los de la zona si sabían donde se ubicaba pero era más para evitar pasar y que la mafia dominante no te matara o peor, te capturara y después no volverías a ver la luz del día.

—Está toda en el lugar. —Era la voz de Karen, Pato estaba seguro—. La quemaré, tú tranquila. —Aseguró—. Nada quedará, serán cenizas.

No se quería quedar y después ser tachado de entrometido, por lo que estaba dispuesto a seguir su camino pero.

—No debe quedar nada. —La otra voz sonaba muy desesperada—. Y Mateo no debe enterarse, por ningún motivo. —Eso lo hizo detenerse y avivar su curiosidad—. O si no, sabes qué es lo que le harán a los niños.

Silencio y sólo eso y una bruma de tensión dejó ese último comentario, Pato de verdad que no quería pero solo se quedó en su lugar.

Espiando.

Quizás un poco consternado por lo último mencionado pero no hizo más que reducir su respiración y tratar de pasar desapercibido.

—Lo sé, por eso no hay que dejar nada y nadie además de nosotros tres debe saber.

La misteriosa conversación seguía y a cada segundo Pato no creía que fuera sólo una simple misión de la que estaban hablando y cuando unos pasos se escucharon proveniente de algún pasadizo hizo que ambas se despidieron rápidamente.

—Sólo debes cumplir tu promesa y nada va a salir mal. —Y ahora que Pato prestaba mucha más atención se daba cuenta que era la voz de Belén, que de casualidad no había estado muy presente desde lo de la reunión—. Nada tiene porque salir mal, después de todo sabemos cosas que nadie más debe saber y tú más que cualquiera de nosotros debe mantenerse a raya con la situación sobre todo por lo de el jefe. Y Luciano.

Y eso fue todo lo que necesito para irse de ahí con un ceño fruncido y una mirada perdida intentando encajar cada palabra.





[. . .]





Estaban sólo dos en el laboratorio forense, en el centro Megan estaba con un cadáver, que Ignacia intuía era el del último asesinado.

Estaba en una camilla de metal con una bata blanca y completamente pálido, tenía una herida de bala en la cabeza justo en medio de la frente.

La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora