Cap: 67 Parte 1

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La ligera brisa que se colaba por la ventana abierta enviaba una corriente a toda su columna vertebral, aunque no le importaba demasiado, más si moría de frío no era algo que le interesaría saber en esos momentos, su mente estaba más concentrada en otra cosa, como la pantalla de la tablet en su regazo por ejemplo.

Allí, un punto parpadeante indicaba lo que habían estado esperando por meses, una señal de Ramón.

Vladimir miraba el lugar, en el que el automóvil andaba siendo conducido por Carlos, era lúgubre y sin vida, el norte no contaba con muchas personas que quisieran vivir allí, por el constante frío infernal y las ráfagas de viento que destruyen todo a su paso, la zona en la que se encontraban era de los lugares más fríos del país y aunque fuese tranquilo, nadie quería morir de hipotermia, solo los que se habían criado allí, las calles estaban desiertas, sin árboles o vegetación alguna, era un lugar sin vida, el frío alejó a muchos, los sensatos, pero era una de las razones principales por las que nadie se interpuso al Jefe del norte, ese era su terreno, todo era suyo, su territorio.

Habían estado desde la madrugada conduciendo, se habían turnado, primero fue Vladimir, después César que se encontraba durmiendo en los asientos traseros, y por último Carlos, que al parecer iba a estar tras el volante hasta que llegaran.

Él creía que no debían haber ido todos, estaba casi seguro que el Jefe iba a hacer que sólo algunos fueran tras Ramón, y está de más decir que le sorprendió cuando sólo dijo que irían todos o por lo menos la mayoría.

Y aunque habían pasado horas de viaje, y tuvo mucho tiempo para pensarlo, aún así no encontraba la lógica en las órdenes que le había dado a solas.

¿Por qué no debía hacerlo?

No tenía sentido.

Porque las palabras del Jefe lo confundieron.

Debes esperar, Valentina está tramando algo.

Vladimir no comprendía, estaba en la oficina, justo enfrente de él.

¿Eso se lo dijo el informante? Cuestionó aunque estaba seguro que era así.

Dijo que han estado demasiado activos, y que le sacó información a uno de sus compañeros acerca de un fax de misteriosa procedencia.

Él se mantenía rígido en su sitio, con las manos entrelazadas y apoyadas en la madera lisa de la mesa, el Jefe parecía extrañamente pensativo.

Así que debes esperar y prepararte, estoy seguro que no somos los únicos que saben algo con respecto al paradero de Ramón.

Eran mafia, eran asesinos, y Vladimir estaba dispuesto a todo, pensaba mirando el paisaje inconmensurable.





[. . .]





Quien no conoce esa expresión que dice:

"Me cayó como un balde de agua fría"

Él la había escuchado muchas veces, era ajeno al verdadero significado detrás de dicha expresión, y siempre creyó que eran un par de palabras absurdas puestas aleatoriamente para definir un sentimiento. Pero ahora era diferente, sólo pensaba en que no podía ser más acertada.

La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora