Prólogo/ Cap 0

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—Listo, por fin esta hecho...

Entre las sombras del laboratorio sólo se encontraban dos personas en frente de una mesa con diversos líquidos distribuidos en probetas y matrazes, las luces artificiales transmitían un aura de tranquilidad, pero eso era lo que más se alejaba de la realidad.

—Nunca nadie ha logrado lo que nosotros. —Habló exaltado uno de ellos, ambos traían las típicas batas blancas, pero era lo único que los asemejaba.

—Esto es... Increíble. —Comentó lleno de asombro, llevándose una mano al rostro—. Al fin lo hemos logrado. ¿Pero te imaginas lo peligroso que sería que el Jefe se adueñara de esto...?

Sólo esas palabras dieron un giro rotundo en toda la situación y les hizo pensar en el futuro, en que pasaría si...

—Tenemos que esconderlo. —Recién ahora se daban cuenta de lo que habían creado, el primer científico buscó una solución lleno de paranoia—. Nunca debimos crearlo... Fue culpa de él al obligarnos. Es demasiado peligroso, deberíamos destrui...

—¡No! Hemos llegado tan lejos... Destruirlo nunca será una opción. —Negó alejando al otro de la muestra en la mesa—. Nunca creí que lo iba a tener en las manos.

Y quizás eso era verdad, la avaricia los había llevado a hacerlo, y quizás el miedo, el miedo a el Jefe. Por lo que ahora no podían fingir.

—Pero es demasiado arriesgado, incluso para nosotros. —Su voz transmitía miedo, un miedo a ser descubiertos—. Si nos escucha nos matara. —Lo pensó unos segundos y agregó—. Pero podemos intentar chantajearlo... y ser libres.

Ambos miraron alrededor sintiéndose observados, como el primer día en el que habían llegado, sabían que había cámaras y micrófonos, les era imposible no sentir que todos sus movimientos eran vigilados por el Jefe.

—Él no tiene porque enterarse. —Dictaminó bajando la voz y acercándose con cuidado, ahora consiente de lo peligroso que era todo—. No se lo diremos, esconderemos la sustancia, solo nosotros sabemos la formula, quemaremos la bitácora y encontraremos una forma de escapar y cuando...

—Así que escapar. —Dijo una voz a sus espaldas.

Ambos se encogieron asustados, con la respiración agitada, y con mucho más temor del que tenían antes se giraron lentamente, sabiendo que era el fin.

—Carlos... Nosotros... Yo... —No podía formular una frase coherente al saber que ahora todo estaba acabado.

—¿Qué esconden? —Preguntó él, su semblante era amenazante y su estatura sobrepasaba a ambos cientificos—. ¿Por qué quieren escapar? Creí que ya sabían que no había salida de aquí. —Sus ojos eran amenazantes— ¡Contesten! —Alzó la voz hartó y les apunto con una tokarev—. Si le esconden algo al Jefe lo pagaran con sus vidas. Lo saben.

—¡No! —Gritó uno de los científicos desesperado, bloqueando la vista de la mesa, pero sabía que era muy tarde, él lo había visto, se dieron cuenta al ver el rostro sorprendido de Carlos y supieron que todo estaba perdido—. Por favor, no...

—Muy tarde.

Sólo se escuchó el sonido de dos cuerpos cayendo y la mesa se tiñó de un color rojo escarlata, sólo eran unos muertos más pensó Carlos arreglando su camisa, y pasando descuidadamente por encima de los cadáveres hasta llegar a la mesa, se sorprendió al ver con más claridad lo que ocultaban, la muestra estaba frente a él y sin saberlo un suspiró abandonó su cuerpo, ya que habían estado esperando esto por años y por fin estaba hecho.

—Al Jefe le encantará saber que por fin esta todo listo. —Susurró con una sonrisa. 

La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora