Cap:11

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Abrió la puerta de la casa adentrándose sin detenerse a cerrar correctamente, azotando la puerta, dejó la molesta mochila en el sillón para dirigirse a la cocina, ya que no veía a su mamá por ningún lado, al entrar estaba allí de espaldas al parecer hablando por teléfono.

—Entonces el viernes. Bien, estaré allá. —Su madre se llamaba Mariana, era una mujer muy hermosa pensaba Yamilet, y siempre estaba para lo que necesitaba, nunca tenía que pedir nada dos veces por que su mamá haría lo imposible para dárselo—. Nos vemos. —Y cortó. Al darse la vuelta vio a su hija y le sonrió cerrando los ojos, cambiando totalmente su actitud.

—Me llamaron para decirme que te habían castigado... ¿Todo bien? —Comentó sin estar enojada.

—Si, sólo fue una equivocación, no volverá a pasar. —Aseguró acercándose para que la abrazara—. Además estaba allí con Fabiola. —Lo que Mariana hizo fue sonreír, tenía el cabello castaño liso, unos ojos pequeños decorados con un delineado perfecto—. Nos hicieron limpiar la cancha, nada difícil y fue muy divertido.

—Me alegro, pero no quiero que se vuelva a repetir. —Dijo está vez con severidad, aunque realmente eso no le molestaba.

—Sí mamá... Oye... Tienes otra reunión de tu trabajo. —Preguntó un tanto asustada por la reacción de su madre, ya que había aprendido a no preguntar cuando se trataba de su trabajo.

—No es nada... Pero el viernes no estaré, te voy a dejar con la tía Romina y Casandra. —Se acercó y le acarició el cabello con la mano, no quería estarlo pero se notaba a kilómetros que estaba preocupada, una reunión, eso no se lo esperaba, si las cosas salían mal, eso significaba una guerra, y que Yamilet estaría en peligro, y si eso pasaba no podía hacer nada para cambiar el rumbo de las cosas.




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Ya era viernes y en la Brigada se encontraban todos en horario de colación, las cosas no habían cambiado mucho pero se mantenían en calma, en la cafetería el reloj marcaba las doce en punto y todos se preparaban para almorzar o simplemente comer algo, estaban distribuidos en diferentes mesas alrededor del lugar, Dominic estaba en la fila para pagar su comida junto con Daniela y Susan conversaban de los casos que le habían tocado a lo largo de la semana.

—Es comprensible tú eres criminalística. — Susan era considerablemente baja y su cabellera castaño ondulado se movía al caminar, estaba maquillada y su perfume se olía a metros de distancia, tenía un suéter azul ajustado y una falda encima de las rodillas, miraba directamente a Daniela al hablar—. Es uno de los departamentos más difíciles y complejos, no te preocupes si no encuentras enseguida pistas o algo que ayude, lo logr...

—¡Permiso! —Interrumpió alguien, era un hombre casi del mismo porte que Dominic, tenía rulos castaños y usaba una camisa a cuadros con unos jeans la mayoría de las veces, parecía que solo tenía uno de esos en su armario—. Quiero pasar. —Apuntó.

Daniela rodó los ojos aburrida, siempre era lo mismo con él.

—¿No puedes solo pasar por el lado? —Preguntó cansada de que la misma situación se repita.

—Déjame pensarlo... mmh... No. —Dice para luego rodearlas e ir a sentarse con sus amigos.

—Siempre molestando... Gracias. —Dijo Daniela recibiendo la bandeja y yendo con las chicas a una mesa en el medio del lugar.

La Mafia: Una Mentira Para Una TraiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora