✨Capítulo tres✨

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–¿Señorita, se encuentra bien?

Los latidos rápidos y desesperados de mi corazón son tan fuertes que puedo jurar escucharlos. Parece que la cabeza me va a explotar y hago un esfuerzo por no caer en cuanto un pequeño mareo se hace presente.

Soy consciente de que en este instante la mirada de la chica encargada del local es lo que me pesa en la espalda, y creo haber escuchado algún llamado hacia mí; sin embargo, ignoro todo a mi alrededor y no soy capaz de pronunciar alguna disculpa en su dirección. Me niego a voltear para encararla, porque no quiero que me vea con lastima en el estado terrible en que me encuentro y mucho menos deseo preocuparla.

Intento ordenar mis pensamientos para así lograr recomponerme, y en cuanto mi mano, aún temblorosa, suelta la revista en su lugar original; siento un peso sobre mi hombro derecho que me hace saltar en mi lugar, sin embargo, al instante veo que no es más que Suga, quien me mira con desconcierto y un ligero tono de preocupación en sus lindos ojos gatunos. No sé en qué momento entró al lugar, pero se lo agradezco tanto que los ojos se me vuelven a empañar de lágrimas.

Intento pronunciar algo, pero lo único que logra salir de mi garganta es un sollozo ahogado. El chico frente a mí, me mira casi entrando en pánico, intenta decir algo, pero parece pensarlo mejor y se queda en silencio. En su lugar, con movimientos rápidos pero suaves, pega mi cuerpo al suyo. Dejando que mi cabeza repose en su hombro y con la nariz metida en la curva de su cuello. Pasan un par de segundos en los que inhalo el olor que desprende de Suga y en el momento que me siento lo suficientemente segura, comienzo a llorar.

De forma inconsciente me aferro a él en busca de consuelo y parece apegarse más a mí, sobando mi espalda con lentitud; procurando no ser demasiado tosco.

Los sollozos altos se me escapan sin permiso y las lágrimas bajan por mis mejillas impregnándose también en la campera oscura de Suga y mojando parte de su cuello, pero eso no parece importarle y no puedo estar más agradecida.

–Está bien... –susurra cerca de mi oído–. todo está bien, Hye –Suga no hace más que intentar calmarme con palabras suaves y apaciguadoras que terminan logrando su cometido luego de un minuto en el que intento soltar todo lo que llevo dentro. No quiero seguir llorando, pero mis ojos acuosos no parecen hacer caso a mi orden; y no es hasta un momento más tarde, que logro dejar de soltar lágrimas. Aunque aún me mantengo aferrada a él–. No llores, estoy aquí. Aquí estoy, pequeña, tranquila.

Las palabras del chico de ojos gatunos funcionan como una especie de magia calmante. Le escucho mientras intento volver a ordenar mis pensamientos y siento que necesito seguir abrazarlo durante una hora entera.

Es un poco extraño. Suga parece estar acostumbrado a hacer este tipo de cosas, pero no es algo que imaginé que él haría en algún momento. Sus movimientos son seguros y para nada improvisados, como si hubiera seguido el mismo patrón un millón de veces atrás y no puedo evitar preguntarme porqué él está tan acostumbrado a consolar a alguien si ha dicho tantas veces que le encanta estar solo.

A pesar de estar más tranquila, gracias a Suga que no deja de tararear la melodía de una canción lenta y tranquilizante, me rehusó a soltarle. Quiero permanecer así por lo menos un rato más y fingir que es cierto lo que él ha dicho. Sin embargo, tampoco quiero parecer patética al crear una tormenta en un vaso de agua; aunque en mi defensa, no es la primera vez que soy consciente de lo poco que puedo llegar a importarles a mis padres, pero sí es la primera vez que llega a calarme tan profundo. Porque, me guste o no, siempre guardé una pequeña esperanza que me hacía pensar que en realidad sí era indispensable para ellos; aunque en el fondo sabía que no era así.

Trust me ;; SUGA - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora