✨Capítulo dieciocho✨

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–¿Yoongi? –escucho por parte de mi hermano, ahora mirando hacia el chico detrás de mí y no puedo evitar descolocarme ante lo que acabo de oír.

¿Es que acaso soy la única en todo el lugar que nunca supo de la existencia de Suga?

Haein parece recordar que me tiene en frente después de un par de segundos, y es en ese instante que me toma del antebrazo con algo de fuerza para arrastrarme detrás de él, llevándome dentro de nuestra casa y dejando atrás el patio decorado. Tiene el semblante totalmente serio y casi enojado, lo que me recuerda muchísimo a mi padre de forma inevitable; mi hermano es su vivo retrato.

No logro hacer algo para detenerlo, así que me limito a caminar detrás de él mientras siento con claridad cómo mis ganas de aferrarme a Suga disminuyen de a poco. Es bastante fácil ser dueña de mi misma cuando no estoy al rededor del chico de ojos gatunos, así que de alguna forma sé que si no quiero repetir una escena como la anterior, lo mejor será mantener distancia entre nosotros; por mucho que eso esté lejos de mis verdaderos deseos.

Estoy totalmente confundida. Por un lado tengo la necesidad de abrazar a mi hermano mayor, porque siendo sincera, lo extrañé demasiado; sin embargo, también me siento ligeramente traicionada por él. Nunca me contó acerca de Suga o si mantenía alguna amistad con él, nunca me dijo que lo conocía o que se habían visto alguna vez. Es la misma sensación que se apoderó de mí minutos atrás cuando Jeongguk dejó claro que en realidad sí conocía al chico.

Aunque es cierto que nunca pregunté demasiado acerca de su vida fuera de nuestro hogar, y es entonces que caigo en cuenta cuan egoísta solía ser apenas unos meses atrás; siempre pensando en mí y sin interesarme por la vida de nadie más.

A medida que avanzamos Haein ejerce mayor fuerza en mi antebrazo, llegando incluso a hacerme algo de daño; pero es de las únicas veces en las que no me quejo en una situación así y es que los sentimientos que se agolpan dentro de mi siquiera me permiten respirar con normalidad.

–¿Haein...? –intento llamar su atención mientras subimos los escalones dentro de la gran construcción, después de haber atravesado todo el salón lleno de personas de nuestra élite. Siento la mirada atenta de todos los presentes sobre nosotros, y no es hasta que desaparecemos por el pasillo del segundo piso, que esa sensación desaparece. Normalmente mi hermano es el centro de atención, siempre es la mira de todas las chicas de mi edad, y más aún si son hijas de las familias adineradas; sin embargo, esta vez todo se siente incorrecto.

Ambos terminamos dentro de lo que solía ser mi habitación, y me sorprendo de sobre manera cuando descubro que muchas de las cosas que dejé intactas, han desaparecido o sido guardadas de cajas de diversos tamaños. Lo único que continúa en el lugar que debe es mi cama de dos plazas y la mesilla al lado de esta. Incluso la alfombra gris que solía estar en medio, se esfumó.

No logro pronunciar algo para mostrar mi asombro, pero sé que mi hermano está consciente de ello; así que no debo esperar demasiado por una explicación acerca de esto.

–Papá pidió a los sirvientes que desaparecieran todo esto –dice, casi con aire desinteresado y por un momento no siento que esté hablando con el mismo Haein al que estuve acostumbrada todo mi vida. Le escucho soltar un suspiro pesado, restregándose las manos en la cara con frustración:– Llegas en un mal momento, Hyerim. No debiste venir –suelta, provocando una punzada de dolor en mi estómago que intento ignorar.

–Te extrañé... –es lo primero que sueltan mis labios, mientras me encargo de masajear la parte de mi brazo ligeramente irritada debido a la presión que él puso encima.

Mi hermano me mira un par de segundos, y distingo con alivio como su semblante se tranquiliza considerablemente, ahora con los ojos más tiernos y pareciéndose más a él mismo. El chico divertido, protector y amable.

Trust me ;; SUGA - BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora