#22: rethinking events.

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   𝓢e había despertado en un lugar que no recordaba, un bosque oscuro. Todo era borroso, y lo único que se notaba entre las ramas era la intensa luna color sangre que se asomaba como si la espiara a cada paso.

   Cubría su estómago con fuerza, de su mano surgía un rastro de sangre inmenso. Estaba desangrándose pero seguía intentando salir de allí lo más rápido posible.

   Atrás de ella, un conjunto de recintos estaba quemándose. Gritos surgían de todos lados ¿Fue la única que quedó viva? De su boca también salía el líquido escarlata, no creía que sobreviviría de esta.

   ¿Así de fácil se acabaría su historia?

   Recuerda una discusión fuerte. Tan fuerte como si solo sus oídos pudieran distinguir el sonido de dos voces. Dejaba de ver de a poco, su mente se tornaba tan negra como la noche.

   Y se desmayó.

     —¿Aly?

     —¿Alyssa?

   La chica despertó de golpe. Suspirando pesadamente. Una tormenta de pesadillas y recuerdos llevaba atormentándola desde el día de la falsa apuesta de Ayato, pero ¿Qué era todo eso?¿por qué no recuerda haber vivido eso? solo habían vagos flashbacks rodeando su memoria ¿Qué ocurrió después del incidente del pueblo?

   Sus piernas estaban afligidas junto con su pecho, tapaba su cabeza con sus manos y cabello, intentando deshacerse de todo lo que había pasado.

     —¿Alyssa?¿Estas bien?

   Miró a su lado derecho, allí estaba Ayato y Shuu.

     —¿Dónde estoy?— susurró.

     —En la mansión Sakamaki.— habló una voz a la izquierda, era Reiji y Subaru.

     —No me digas que no recuerdas nada— comentó con voz alta Subaru, preocupado.

     —No, no, si lo recuerdo... Es solo que.. Tuve una pesadilla.

     —Estabas sudando— manifestó Shuu—. Te movías de un lado a otro y pensamos que estabas siendo hechizada.

     —No, no es eso...— sonrió levemente—. Gracias por su preocupación.

     —No fue preocupación— espetó Reiji—. Eres nuestra invitada, es nuestro deber cuidar de tu salud ¿Estás tomando el jugo adecuadamente color e lo ordene?

     —Por supuesto.

     —¿Les importa si nos dejan solos?

   Todos miraron al Ayato sorprendidos, ¿Qué planeaba hacer esta vez a solas con ella?

     —Sí. Si me importa— respondió Subaru sin querer irse.

     —Tsk. No me importa su opinión, váyanse de todas formas, es una orden de Ore-sama.

     —¿Y desde cuando seguimos tu órdenes, eh?— recalcó el albino.

   Lo que menos quería era una pelea en medio de una mañana de un fin de semana.

     —Está bien. No pasa nada, Subaru. Pronto me levantaré.

   Él la miró dudosa. Bufó antes de desaparecer.

     —Te serviré una taza de té. Te ayudará a recuperar fuerzas. Tómatela lo más rápido que puedas— articuló Reiji moviendo un mechón de su cabello desordenado.

     —En un momento. Gracias Reiji.

   El chico desapareció, solo faltaba Shuu. Ayato lo acechaba con la mirada para que se fuera, con los brazos cruzados y enojado. El rubio lo ignoró por completo y le dio una sonrisa reconfortante a la peli negra, ella se la devolvió y él desapareció.

     —Ahora ¿Piensas decirme a donde te desapareces en todos los recreos? Soy lo suficientemente listo para darme cuenta que no estas conmigo. Rukia y las demás estúpidas no dejan de preguntarme dónde estás, como si YO lo supiera— se sentó en la esquina del mueble, acercándose a ella. Sus ojos eran tan expresivos en ese momento que la estaban hipnotizando—. Les pregunté y dijeron que siempre les dices que estás conmigo y eso no es más que mentiras. Te he buscado por toda la escuela ¿Te estás escapando? Porque si es así, créeme que tendré que castigarte... linda.

   Ayato sonrió, estaba a escasos centímetros de su rostro, a punto de atacar. Podían sentir las respiraciones el uno del otro.

   Sus acusaciones eran correctas. Hace dos semanas que se escapaba de los Sakamaki. Mantenía con cualquiera de los Mukami. Además, una serie de conflictos habían ocurrido. Yui parecía haberse desmayado por una semana entera, por lo cual, Alyssa había sido su segunda opción de alimento. Tuvo que aguantar la sed de los seis vampiros, los únicos que lograron cumplir su objetivo habían sido, evidentemente, los trillizos que no hacían más que perseguirla a todos lados aquellos días. Fue casi azotada por las tentaciones de Reiji, sus reglas y modales. Hasta Shuu había intentado morderla ¡incluso Subaru! Fue una semana difícil. Agradece que Yui estaba en aquella mansión, de lo contrario, sería un infierno para su salud.

    —¿Cual es tu defensa esta vez, eh?

   El pelirrojo quito mechones de su cabello oscuro y empezó a hacerle chupones. Ella colocó sus manos alrededor de su nuca, Dios, no podía resistirse a ese chico ni aunque quisiera, incluso un jadeo escapó de su cuello.

     —Oh... ¿Así que lo disfrutas?— susurró en en su cuello, otro escalofrío pasó— ¿Qué me dices de esto?

   Mordió su cuello de nuevo. Una mueca de dolor apareció en su rostro. Lo detuvo.

     —No, Ayato, no...

     —¿Y si Su Majestad le ofrece de su sangre? ¿Qué opina?

   Era la cuarta vez que le proponía la misma cosa en la semana. Ayato quería continuar saciando su sed, pero sin lastimarla. Se desabrochó los primeros tres botones de su camisa, dejando su clavícula y pescuezo al aire, permitiéndole observar su cuerpo tonificado.

   Alyssa se lo pensó, no podía hacerlo.

     —No, Ayato, no... Tengo que irme.

   Se levantó de la cama, pero apenas lo hizo, sus piernas le fallaron y casi de desploma al suelo si no fuera porque Ayato la agarró.

     —No estas bien. Bebe.— insistía el muchacho. Su hombro izquierdo estaba completamente al descubierto.

     —Ayato, te dije que no...

     —¡Que bebas!

   Clavó sus colmillos por tanta insistencia. Comenzó a succionar la sangre del chico mientras este miraba al techo aguantando el dolor. Cuando sintió que ya estaba mejor, lo dejo. Ayato subió su camisa con un movimiento de hombros y se abrochó un botón.

   Se sentía débil. Todos los días sentía que no tenía mucha energía. Necesitaba recomponer toda la sangre que había perdido mientras Yui había estado desmayada.

     —Sigues sin responderme.

     —No tiene porqué incumbirte.

     —Linda, deja de actuar así, me preocupo por ti.

     —¿Por mi o por mi sangre? Fuiste el principal en acecharme cuando Yui se desmayó.

     —Por ambos. Es tu deber servir a su majestad cuando lo necesite.

     —Oh, claro que si— suspiró con sarcasmo—. ¿Y cuando su majestad servirá a Su Reina? Porque todos estos días no has hecho más que quitarme sangre. No puedo más Ayato. A este paso, moriré.

   El pelirrojo pareció apenas darse cuenta del peso que esas palabras traían.

"¿Qué tipo de rey dejaría que su amada muriese?"

     —Adiós, voy a tomar el té.

   La pelinegra dejó la habitación.

   Hoy era el día.

   El día de escapar de esa atrocidad.

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