¿DÓNDE ESTÁ MARGARETT?

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Desde lo último ocurrido Victoria se había convertido en la sombra de Meredith, excepto cuando su madre era quien cuidaba de ella. Aunque su abuela había aparecido de nuevo y por ello se sentía segura o al menos eso pensaba, no podía bajar la guardia en ningún momento, incluso por las noches se despertaba con miedo de que Sara entrara en su casa a buscar su sangre. Miedo de que no tuviera suficiente y quisiera llenar otro frasco de cristal. Muchas de las noches Cayden se quedaba con ella, hablaban hasta tarde, o no hablaban, simplemente se acompañaban el uno al otro.

Por otro lado, estaba contenta, su abuela estaba viva y cerca, por lo que podía verla siempre que quisiese. Estaba casi completa, ya que la última pieza que le faltaba se había perdido para siempre. A veces pensaba en su madre, "¿qué haría ella en su lugar?" era una pregunta un tanto estúpida, pues su madre carecía de magia. Pero, aun así, su madre habría sabido encontrar la solución. Habría sabido que decirle en estos momentos difíciles. La necesitaba demasiado... Muchas veces se le pasaba por la cabeza otra pregunta sin respuesta, una y otra vez sin poder evitarlo "¿La habría podido salvar?" Si hubiera conocido de su magia antes y hubiera sido lo bastante poderosa. "¿Qué habría pasado entonces?" Ahora nunca tendría la oportunidad de saberlo.

Aquella mañana se dirigía al bosque junto a su tía y Cayden para una nueva clase matutina.

Victoria sabía que no era un buen día, se sentía cansada, y su mente no estaba preparada para una directa concentración.

Cayden se sentó en un viejo tronco caído, desde allí observaba que su protegida no sufriera ningún daño.

—Hace un par de años, encontré un libro que hablaba sobre brujas. En él decían que había brujas capaces de crear sus propios escudos para defenderse de ataques de otras brujas.

La muchacha tenía una pequeña intuición de a dónde quería llegar su tía con esta historia.

—Estuve practicando durante día y noche para conseguirlo. Un día pensé en abandonar, pensé en que el libro solo contaba historias de fantasía. Pero no fue así, decía la verdad.

—¿Lo conseguiste? —casi fue una afirmación.

Lana asintió con una sonrisa.

—Prueba si quieres.

Victoria asintió y se preparó. El primer hechizo que le vino a la cabeza y el más fácil era el de lanzar a una persona por los aires.

Se concentró mientras la miraba fijamente y levantó la mano tan rápido que Lana apenas pudo verla. Aun así, su tía ya había creado el escudo y no pasó nada. Lana aún seguía de pie con una sonrisa en los labios.

Entonces sintió unas repentinas ganas de querer aprenderlo, sería una buena defensa cuando se encontrase de nuevo con su enemiga.

—Está bien —Lana se acercó a ella en grandes zancadas, la tomó por los hombros y la miró a los ojos —Cierra los ojos y respira hondo, no existo yo, ni Cayden y mucho menos tu alrededor ni el suelo que pisas. Solo existes tú. Deja tu mente en blanco.

Victoria cerró los ojos, respiró hondo e intentó olvidarse por unos segundos de dónde estaba, de quienes la acompañaba y de todos sus pensamientos. "¿Pero y de lo que escuchaba?"

Los pájaros que había en las copas de los árboles estaban armando tremendo escándalo. Así le era imposible concentrarse.

Harta abrió los ojos irritada y soltó un gran bufido desesperado.

—¡Así es imposible! Con este ruido no puedo concentrarme.

—Ese es el problema, que no intentas estar concentrada. Debes olvidarte de los sonidos también. Intenta de nuevo. Desconéctate de todo.

LAS BRUJAS DE VILLA MARIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora