EL ROSTRO QUE ESCONDE SARA

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Cuando Victoria despertó buscó a Cayden por todas partes, recordaba sus gritos llamándola antes de que perdiera el sentido. Sin embargo, no lo encontró en ninguna parte de la estancia, había desaparecido. Si vio a sus amigos y hermana, todos ellos aún colgados en las paredes rocosas, rodeados por las raíces de los árboles.

—Vic... —escuchó la débil voz de Amanda.

La buscó rápidamente con la mirada, y le partió el corazón cuando la encontró. Amanda estaba colgada boca abajo sobre los ataúdes, un hilo de sangre caía desde los brazos de la chica hasta llegar a los cuerpos congelados que había en el interior de aquellas dos cajas de madera. Se estaba desangrando.

—Amanda, no... —no sabía porque se sentía de repente tan débil, tan cansada.

—Es el anillo —dijo de pronto Dylan adivinando sus pensamientos.

—Sara tiene miedo de que explotes contra ella, sabe que eres muy poderosa. —explicó Margarett con el rostro desencajado.

La joven observó su mano derecha, en su dedo corazón había un anillo ancho con unos símbolos extraños tallados en su metal plateado, además incrustado en él se encontraba una piedra de un color morado. Por aquél anillo, su poder se había vuelto débil, se sentía cansada y pesada.

Alicia tenía los ojos humedecidos, había estado llorando, sus ojos estaban fijos en Amanda. Ella también había estado llorando, y su rostro mostraba el pánico que sentía. Su sangre caía en grandes cantidades, no tardaría en debilitarse del todo y morir. Victoria sintió sus ojos llenos de lágrimas, pero se contuvo, no podía dejar que ni su hermana, ni su amiga la vieran derrumbarse. Ambas necesitaban a una Victoria fuerte y con ganas de luchar.

—¿Dónde está? —preguntó por primera vez, mientras buscaba a Sara en cada rincón de aquella tenebrosa estancia.

Dylan negó con la cabeza.

—Salió. Pero no tardará en volver —dijo Margarett preocupada.

—Tenemos que salir de aquí. Margarett, ¿no puedes hacer algo contra estas raíces?

—Lo hemos intentado todo. No podemos hacer nada, solo esperar hasta que Brew y los demás nos encuentren.

Pero Victoria no confiaba en aquella opción. No quería admitirlo en voz alta, pero si aún no los habían encontrado, significaba que podrían estar ya muertos. Tal vez Kelly ya los había matado.

...

—No me escucharán Cayden. Los lobos odiáis demasiado a las brujas. —dijo Marie, mientras caminaba de un lado a otro con nerviosismo. —Debo ir yo sola, me enfrentaré a ella de una vez por todas. Algo que debería de haber hecho hace mucho tiempo.

—Te matará Marie. Los lobos te ayudarán, a mí me escucharán, soy su alfa.

Marie se detuvo de golpe, pensativa.

—Primero los tengo que llevar hasta aquí.

—Hazlo, encuéntralos a todos. A toda mi manada. —Los ojos azules de Cayden relampaguearon con entusiasmo.

La bruja se dispuso a hacer un hechizo que atraería a las bestias hacia su casa. Salió de la cabaña, observó la luna llena, los lobos ya estarían en su forma animal. Encendió una vela blanca y mientras pronunciaba unas palabras que Cayden no entendía, quemó un pequeño mechón de pelo del chico. No tardaron en escuchar los aullidos que rompían el silencio de la noche.

Marie se sintió nerviosa de pronto, sabía de la ferocidad de aquellas bestias, lo grandes que eran. De pronto escuchó crujir las ramas a su alrededor. Los lobos ya estaban allí. El primero en ver era totalmente blanco.

LAS BRUJAS DE VILLA MARIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora