RESUCITADA COMO UNA BRUJA

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Esperó tres noches para ir a encontrarse con Margarett. Tres noches era lo que tardaba en reposarse las cremas.

Había estado cinco días buscando como una loca cada ingrediente para realizar las cremas que untaría el cuerpo de Margarett. Christ le había ayudado a conseguir el ingrediente especial, la sangre de serpiente. Amanda y Claire habían ido al bosque a buscar las hojas de menta, la raíz de consuelda y la pulpa de aloe vera. Victoria se había encargado de encontrar los restantes ingredientes y además de mezclarlos todos una vez reunidos.

Cuando la joven les contó a sus amigos lo que había visto en la visión, Claire, Amanda y Christ casi se no se lo creyeron. Era otro misterio más que unían a la lista de no resuelto A Brenda por otra parte no pudo contárselo, hacía ya dos semanas que había desaparecido. Sus padres le dijeron a Victoria que su hija estaba bien, que había salido de la ciudad para hacer algo importante y que volvería en unos días, algo que Victoria no terminaba de creerse.

—Ha llegado el día de reunirte con ella —Cayden observaba las cremas mientras que Victoria preparaba un par de recipientes de cristal.

Colocó hasta el último miligramo de aquellas cremas espesas en aquellos recipientes, con cuidado de no mezclar ambas cremas. Ya que no se podían mezclar hasta la hora de untarlas en el cuerpo quemado.

—¿Quieres que te acompañe?

—Por favor —susurró la joven.

Cayden sonrió y mientras le colocaba un mechón detrás de la oreja le acarició el rostro. Las mejillas de Victoria se encendieron, cerró los ojos para sentir su caricia con más intensidad. Cayden, el chico lobo fantasma, era tan real como estar vivo y él se lo recordaba a cada instante, como un desesperante deseo que ella no lo olvidara jamás. Y aunque no era la misma sensación cálida, suave y deliciosa, sus caricias eran todo lo que necesitaba en aquellos momentos.

...

Caminó por las calles de Dembourne hasta detenerse frente la tienda de Helena Miren, "El gato negro". La joven se acercó a las ventanas, observó en su interior, no había ningún cliente, por lo que era un buen momento para entrar.

Victoria abrió la puerta y esperó a que su acompañante comprobara si podía entrar o no, ya que la última vez que lo intentó, una fuerza sobrenatural se lo impidió.

Pero esta vez no fue así. Cayden pudo deslizarse por la puerta sin ninguna magia reteniéndolo fuera.

Margarett la miraba con los ojos entre cerrados desde el mostrador. Victoria se acercó con pasos firmes, seguida de muy cerca por su protector.

—Victoria, que sorpresa verte —su voz sonaba confusa mientras pasaba de una parte del mostrador a la otra.

—Vengo a ayudarte Margarett —no podía perder el tiempo con rodeos.

Aquel nombre hizo que la piel de Helena se le erizara por completo. Abrió los ojos de par en par aún sin creer que ya supiera de su existencia. Aunque por otra parte se sintió aliviada, ya no podía seguir ocultándolo más.

Por arte de magia las persianas de la tienda bajaron con un fuerte golpe. Se quedaron casi a oscuras, los pocos rayos que se filtraban por las persianas rozaban el rostro asustado de Victoria. Cayden se apegó más a ella.

Margarett se movió rápido y en un par de segundos ya estaba frente la puerta de la habitación donde escondía más ingredientes para brujas.

La joven la siguió hasta su interior. Se sintió observada cuando empezó a depositar sobre la mesa los trapos y las dos cremas. Margarett no le quitaba los ojos de encima.

LAS BRUJAS DE VILLA MARIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora