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» sueños rotos

Luego de haber llevado a Manuel al hospital más cercano para que atendieran sus heridas había regresado a casa en parte presionado por algunas enfermeras, le aseguraron que en sus manos el adolescente iba a estar bien así que podía irse antes de que oscureciera más, una vez en su cuarto y en completo silencio se puso a meditar de la situación en que se vio envuelto, ¿de verdad había gente tan cruel en el mundo para hacerle eso a alguien como Manuel? No podía ir y decir eso tampoco porque el bullying que recibía era dominio público en todos los alumnos del colegio, al parecer menos de profesores e inspectores, pero de todas maneras no era excusa para justificar algo así, sabía que le decían cosas hirientes pero hasta allí llegaba, de todas maneras conocía a Manuel lo suficiente para saber que no hacía nada más que estudiar hasta en los recreos, quería comprender porque ellos hacían lo que hacían con alguien que prácticamente no hacía nada. Luego de meditar el tema por cerca de media hora decidió que intentaría acercarse más al pobre muchacho y de alguna manera, darle una muestra más concreta de su apoyo, al menos hasta que se graduaran.

Fin de ese tema, sacude cabeza y manos para apartar todos esos pensamientos de su mente. Ya más animado se arrodilla a un costado de su cama para sacar la guitarra que guardaba debajo de esta, la saca del estuche y repasa sus cuerdas con suavidad, sintiendo cómo está casi soñaba con calma, toma la típica postura india para dejar al instrumento sobre sus piernas y repetir el proceso anterior, pronto los simples acordes se transformaron en una alegre pero algo melancólica melodía producto de su improvisación. Desde que era pequeño había aprendido a tocar la guitarra por si mismo luego de ver una en la sala de música en la escuela de su país (porque remarquemos, Pedro había vivido toda su infancia en México pero ahora estaba en chile mientras su padre expandía sus negocios en Santiago) y apoyado por su profesor de música comenzó a perfeccionarse en este arte, a la actualidad ya llevaba una buena cantidad de canciones suficientes para grabar dos discos, esa era su meta, algún día llegar a una disquera que viera el talento que tenía y que pronto todos conocieran su música, una extraña pero agradable mezcla de diferentes estilos, palabras del profesor de música que tenía actualmente. Lo había pensado todo, los nombres de todas las canciones, los videoclips, había visualizado cómo serían sus conciertos e incluso sus entrevistas y solo esperaba ser libre para poder cumplir sus sueños.
Pero eso no le impedía ser realista, sabía perfectamente que la industria de la música no era tan color de rosa como en sus fantasías, y también corría el riesgo de lograr grabar un disco y que solo se quedara en eso, algunos no alcanzaban la gloria que lograban los grandes nombres de la música y tenían que perecer ante una marea de olvido, pero aún sabiendo todo eso él aún así quería intentar ver cuán lejos podía llegar. Por eso practicaba cada tarde y donde tuviera la más mínima oportunidad, en algún evento del colegio, después de un almuerzo con su familia o incluso una vez se había atrevido a tocar en la calle colocando el estuche de la guitarra en el piso, ese día tocando puros cover de canciones conocidas consiguió cerca de tres mil pesos.

Pero tenía una barrera a cruzar, su padre que le imponía poner los pies en la tierra y darse cuenta que el "camino de los artistas" no era un trabajo rentable y que mejor pudiera los ojos sobre alguno que le diera ingresos, muchas veces habían tenido la misma discusión en la mesa al comer, para desgracia de su pobre madre, si quería probar suerte con la música nada ni nadie se lo iba a impedir. Pero su padre iba a tratar.
Esa misma tarde luego de conversar con sus más recientes socios volvió a casa con un cansancio enorme, pero aún así saluda a Itzel, la hermana melliza de Pedro que estaba en la sala de estar muy interesada en un programa en la televisión, y luego va por su hijo, quien en ningún mento había dejado de tocar, da un largo suspiro y toca antes de entrar no sin antes decir que esperaba que sus deseos de ser músico hubieran desaparecido, a lo que Pedro respondió con sarcasmo que si. El hombre entrecerró los ojos.

The angst challenge 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora