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» ignoración

— Manuel ¿podemos hablar?

— yo... — sus pasos se detienen en la puerta— tengo que salir ahora lo siento

Pedro suspira notando la incomodidad del otro y su deseo de irse pero pese a que quería obtener respuestas no lo detuvo, solo se encogió de hombros haciéndole un gesto que fácilmente pudo interpretar, su compañero pronto liberó la tensión acumulada y partió tan rápido como pudo. Llevaba días así.
Ignorante del encuentro con Martina y del nuevo caos mental que se había formado en su cabeza Pedro no comprendía el porque había comenzado a cerrarse en su mismo otra vez, era obvio que algo le pasaba, de más estaría repetir que lo conocía lo suficiente para saberlo pero si el otro se negaba a cooperar solo le quedaba esperar y que hablara solo, la mayoría de las veces ocurría si era algo verdaderamente serio, confiaba en eso. Pero pensó en hablarlo con su psicólogo de todas maneras si no ocurría.
Mientras tanto Manuel solo buscaba razones para no estar en casa, su turno en la librería comenzaría en unas de horas (dos para ser exactos) pero podría pasar las horas de espera de muchas maneras, la opción de este día era leer el diario o pasear por los almacenes en busca de algún cartel que ofreciera arriendo de un piso, ya había decidido que se iría del departamento que compartía con Pedro, ya era mucho el abuso aunque le dijeran que era mentira, además le había arruinado la oportunidad de estar con alguien que lo quería de verdad por un tema que ya creía superado, aparte de ser un gasto le había arruinado la vida y ya no podía dormir de noche por la culpa, frota sus ojos con resentimiento para seguir despierto un par de minutos más, sus cansadas pupilas siguieron buscando en el diario algún arriendo que le acomodara en precio y cercanía, una odisea para cualquiera. Aún así una parte de el no quería irse, intentaba convencerse de que era porque en parte le asustaba un poco el tener que vivir solo pero la realidad era que no quería dejar el único contacto que le brindaba tranquilidad, bueno, hasta el incidente con la argentina, un solo intercambio de palabras con pedro le devolvía la calma a su mente pero ahora que la vergüenza recorría cada fibra de su ser ya no producía el mismo efecto, no podía verlo a la cara sin sentir la culpa de sus acciones sobre sus lastimados hombros. Da un suspiro agotado.

— es lo mejor — se convenció— es lo mejor...

Dio una vuelta al diario, otra y otra, pero nada de lo que andaba buscando, deja el diario a un costado de la banca donde estaba sentado y peina sus cabellos con gesto cansado, solo por si las dudas o más como un acto reflejo revisa su reloj para ver que hora era, faltaban cuarenta minutos para que empezara su turno por lo que decidió ponerse en marcha, no importaba si llegaba algo temprano podría leer alguno de los libros descontinuados mientras tanto

— será lo mejor

Trabajó sin ganas el resto de la tarde, sus compañeros lo notaron pero hicieron una especie de pacto silencioso entre sí, en el fondo se los agradeció por sus escasas ganas de hablar, incluso su jefe que estuvo inusualmente presente ese día se dio cuenta, hasta le dio un libro de regalo que solo estaba un poco roto en la portada y que sería difícil vender, se lo agradeció y también a la nada por tener un jefe tan atento con sus empleados. Cuando toca la hora de volver a casa retrasa lo más posible su retorno, aún con la opción del transporte público el eligió caminar el largo trayecto a casa a pie, con su andar lento llegaría aún más tarde, no le importo y aún así lo hizo, eran cerca de las doce de la noche cuando finalmente llegó, pero solo miro la puerta del edificio sin entrar con sus piernas temblando un poco, no quería entrar y encontrarse la mirada interrogante de Pedro otra vez, se le estaban acabando las excusas. Un bar a un par de calles de distancia fue su salvación, gira sobre sus pies y va en busca de un trago para calmar sus tensiones. Desde lo alto Pedro lo observó irse.
Pasaron las horas pero Manuel no volvía y ahí estaba Pedro dudando entre ir o quedarse para esperarlo, Manuel no era ningún niño al que debía controlar pero en el fondo le preocupaba lo que podía pasarle, o más bien si podría tomar el ascensor después, por suerte sintió el sonido de las llaves afuera luchando por encajar en la cerradura por lo que decidió echarle la una mano, un tambaleante Manuel de rostro pálido y marcadas ojeras lo recibió al otro lado, no quiso hacer ningún comentario, solo pasa uno de sus brazos por sobre su hombro para llevarlo a su habitación y que pudiera descansar, cayó como tronco apenas sintió las sábanas, Pedro igual pudo dormir tranquilo esa noche sabiendo que estaba a salvo en su pieza.

The angst challenge 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora