; 2 4 ✨

157 21 8
                                    

» amenazas (chantaje)

Toc toc toc.
Pensó en ignorar a quien fuera que estuviera en la puerta, primero porque no está a de ánimos para atender y segundo porque aquel sujeto estaba metiendo ruido a las una de la mañana, solo se dio vuelta en su cama queriendo dormir luego de una noche de insomnio, siguieron insistiendo un rato más cosa que hizo alterar a Pedro, al quinto golpe pega el grito de que ya iba para que pararan con el escándalo, con un buzo puesto al levantarse y una vieja polera blanca que le servía de pijama salió a abrir, un trío de hombres que nunca había visto en su vida estaban detrás de la puerta. Sin mucha platica entraron a su departamento como amigos de toda la vida, de paso ignorando los alegatos del dueño de casa, cuando comenzaron a registrar fue donde les gritó una serie de jergas de su país natal, uno de los hombres de un puñetazo lo manda al piso sin decir palabra y cuando Pedro intentaba levantarse para confrontarlo a los golpes saca una pistola escondida entre sus ropas, allí con su orgullo insultado se queda respirando con fuerza producto del coraje, el de la pistola ni se inmutó.
Sentía el ruido de sus pertenencias caer al piso, de sus cajones siendo abiertos e inclusive el sonido casi tenue de su colchón siendo derribado a un costado ¿acaso ahora resultaba que era traficante y estos sujetos carabineros en cubierto? Si lo que buscaban eran drogas tendrían que ir a otra casa a registrar. Por lo que "les dejo" revisar sabiendo que no encontrarían lo que buscaban, solo tendría que ordenar después y listo, incluso podría distraer su mente limpiando.

Uno de los hombres, de cabellos negros y cortos con ropa del mismo color, salió del pasillo que conducía a las habitaciones con un maltratado cuaderno, un cuaderno en especial que lo hizo saltar en su sitio.

— ¡suelten eso ahora cabrones que yo..!

El que lo apuntaba le manda una patada directo al estómago estancando las palabras en su garganta, Pedro supo que si protestaba una vez más una de las balas terminaría estampada en su cabeza, demostrado en cómo le quitaba el seguro al arma con una leve sonrisa burlona. El tercero que faltaba salió de la cocina luego de hacerse con una de las botellas de cerveza que guardaba en el refrigerador, al ver el cuaderno mostró genuino interés. Aún en el suelo infla el pecho intentado mostrarse imponente.
Ese no era cualquier cuaderno, era quizás las últimas palabras que le quedaban de su desaparecido Manuel, una serie de poemas desde que solo eran estudiantes hasta tiempos recientes, lo último que le quedaba para recordar su hablar, incluso mucho más que eso, como la persona de pocas palabras que era el chileno poder leer sus poemas era algo que no muchos podían hacer, y el se encontraba dentro de los afortunados con la posibilidad de traspasar las barreras para ver una parte de su alma. Y que ahora ellos buscaran ese cuaderno en especifico le deja un mal sabor en la boca.
Siguieron pasando páginas y páginas hasta dar con una firma, era el.

El de pelo negó con cuidado se le acercó inclinando su cuerpo, sus ojos le parecieron inhumanos pero aún así no flanqueó frente a su mirada, siendo arrastrado de un brazo lo sentaron en la mesa del comedor con brusquedad, y cuando intentó levantarse para confrontarlo la pistola en la cabeza lo mantuvieron pegado a su sitio.

— ahora vamos a conversar — una gran ironía arrastraba con sus palabras, recibe el cuaderno de su compañero y lo deja sobre la mesa sin cuidado, cosa que hizo enojar a Pedro, con la diestra se lo fue acercando sin dejar ese tono burlón — ¿sabes de quien es este cuadernito verdad?

Se mantuvo en silencio tomando el cuaderno y escondiendo los poemas entre sus brazos, casi protegiéndolos de las claras malas intenciones de ese sujeto.

— parece que ahora le comió la lengua el gato, no importa, te las cantaré claritas compadrito, tienes dos semanas para abandonar el país o volverás a ver a tu amante, y eso no te va a gustar

Quiso levantarse de un salto incluso si eso significaba pasar por encima de la mesa y allí con el cuello de ese arrogante entre sus manos exigirle el paradero del desaparecido, golpear su rostro hasta sacarle los dientes por atreverse a irrumpir en su casa, tan furioso estaba que sería capaz de tomar el arma que reposaba amenazante sobre su cráneo y llenar su cuerpo de plomo, era claro que la tensión que cargaba sobre su cuerpo le nublaba el juicio. Sin embargo no hizo nada de eso, se mantuvo sentado sin decir la más mínima palabra, sosteniendo el cuaderno entre sus manos tan fuerte que sentía que lo rompería.

— si entendió — le da un golpecito a su compañero a un costado — y no te preocupes por el mariconcito que lo está pasando bomba con nosotros

Eso lo cambiaba todo, su ira y coraje desaparecieron de golpe ante esas palabras que parecían tan inocentes, pero la boca que las pronunciaba traía un tono que llamaba a la alerta, no era ningún niño para no entender el enorme peso que tenía esa simple frase y dentro de lo profundo de su ser sintió temor, temor de lo que podrían estar haciendo con Manuel, alguien que se por si estaba demasiado lastimado para tener que soportar más torturas de unos hombres que disparaban a matar, el no era ningún ignorante, sabía lo que estaba ocurriendo con todos aquellos que caían en la desgracia de ser detenidos por los militares. El cuaderno se aprieta con aún más fuerza contra su pecho, aún en toda su desesperación se rehúsa a la idea de llorar.
El trío siguió tirando comentarios alusivos a su desaparecido amigo, comentarios que subían de tono a cada palabra con la escalofriante habilidades de congelar la sangre en sus venas, llegó un momento en el que ya no los escuchaba, se aferró a la idea de que Manuel estaba bien, sonriendo como pocas veces lo hacía, o simplemente en el sentado leyendo unos libros anormalmente largos y tediosos con una taza de te cerca de el. Cierra los ojos concentrándose en sus recuerdos.

--- oye --- el remezón lo devuelve al presente --- ya te dijimos, si volvemos y sigues acá, lo volverás a ver así que, tú eliges

Hace una seña y los otros dos se retiran dejando la puerta entre abierta, esos ojos inhumanos en cambio lo miraron tan de cerca que se sintió pequeño, casi indefenso.

--- pero tu en el fondo no quieres ir a buscarlo porque sabes lo que te pasara

Su sonrisa torcida lo hace tragar saliva.

--- agradécele a tu papito que te dejemos ir

El intruso se inorpora, acomoda su abrigo y abandona el departamento con paso alegre, pedro se quedó ahí paralizado unos momentos, cuando este ya estuvo nuevamente solo unas silenciosas lágrimas de impotencia cayendo por sus mejillas viendo el lugar por donde se habían ido, su mirada bajo al piso tiritando un poco antes de caer sobre el cuaderno, estaba doblado y unas de sus páginas amenazo con salir.

--- pe-perdóname Manuel

Su cuerpo se contrae afirmándose a lo único que le quedaba de el dando un grito de desesperación en la soledad de su departamento 

The angst challenge 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora