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» fatiga crónica (demasiada presión)

Estaba muy cansado, quizás demasiado pero no iba a quejarse nunca si todo ese cansancio era producto de algo o mejor dicho de alguien, tener que pagar el arriendo del departamento y su alimentación, sumado al gasto extra que suponía Manuel lo llevaban a tener que trabajar un par de horas extra en la empresa de su padre para cubrir todo, al igual que su compañero su misión en busca de otro empleo había resultado nula, no pretendía pasar casi toda su vida trabajando tras una computadora escribiendo y escribiendo informes sin parar. Con su sueño de ser músico frustrado a corta edad no quedaba otra que aceptar trabajar en ese lugar.
Quizás podría pedirle que tuviera un poco más de consideración al estar ayudando a un amigo, sin embargo, su padre en el intento de hacerlo "hombrecito" había declarado que tenía que ganarse su sustento porque las cosas no las regalan, y tenía razón, pero tantas horas extras poco a poco le iban quitando parte de su libertad como el chico que se retiraba del cuidado de sus padres, además de quitarle su libertad también tomaron parte de energía, pasar horas detrás de una pantalla era realmente agotador.

Pero ya en casa Manuel lo recibía sagradamente con una taza de té en mano y un pancito en la otra, no sabía si tendrían algún calmante ambas cosas pero después de comer se encontraba relajado el resto de la tarde y dormía como un bebé toda la noche, aunque pronto esto dejaría de funcionar. La situación en Chile estaba muy compleja en ámbitos económicos provocando que la vida se pusiera progresivamente más cara, se vio en la necesidad de aumentar un poco más sus horas extras, llegaba más tarde del trabajo apenas llevando el peso de todo su cuerpo con las piernas y caía dormido nada más sentarse sobre el sillón, la primera vez que ocurrió la taza con té que siempre lo esperaba se enfrió sobre la mesa del comedor.
Luego pese a descansar lo suficiente de igual manera se sentía cansado, las ojeras que marcaban su rostro lo demostraban, pronto su estado de ánimo también decayó, dejo de ser aquel que siempre cargaba una sonrisa en el rostro y un optimismo envidiable para pasar a una cara seria que golpearía al primero que le molestara, aún así intentaba ser lo más llevadero posible el hablar con él, aunque durmiera gran parte del tiempo. Manuel intento persuadirlo para que no se estrenará mucho trabajando tantas horas extras, que de cualquier modo saldrían adelante con más o menos dinero, pero Pedro no le quería comentar que era a su causa tanto estrés laboral, no quería hacerlo sentir responsable o un gasto de más porque sabía que las cosas también estaban difíciles paras el, nunca supo las razones de tantas horas extras.

Un día el cuerpo de Pedro no lo resistió más y antes de ir a trabajar se desmayó nada más abrir la puerta para el susto del contrario, llamó al padre desde su teléfono para informarle que no se encontraba en condiciones de asistir hoy, con algo de esfuerzo logró llevarlo desde la entrada del departamento hasta su cama donde reposó cerca de cinco horas, al despertar Manuel lo esperaba sentado en el sillón con una taza de té en mano, quizás la tercera ese día y una cara que exigía explicaciones, sabía perfectamente que no era normal todo lo que le ocurría, era momento de que aterrizara y se diera cuenta del daño que le hacía a su cuerpo.

— ¿y bien? ¿Algo que me quieras decir?

Dijo dando un pequeño sorbo a la taza cuando terminó, por un momento Pedro pensó que más que un amigo se trataba de su madre pidiéndole que se confesara ante ella por quedarse despierto tan tarde.

— solo es un poco de estrés, nada más

— Pedro... ¿vo' creí que soy weon?

— eh no yo...

— espérate, tu padre es el dueño de la empresa esa rara en la que trabajas y conociendo que los padres no les van a exigir lo mismo a los hijos que a sus empleados, solo me queda suponer que tu por voluntad propia tomaste horas extra

Vaya, justo en el clavo, de todas maneras no le sorprendía, Manuel no era ningún tonto al que podías embaucar con facilidad, todo gracias a ese hábito de lectura inculcado desde su infancia, incluso se hacía con el mérito de haber leído todos y cada uno de los libros de la biblioteca del colegio, tan cierto no era por haberse evitado los infantiles pero igual poseía una cantidad considerable de conocimiento en su cabeza. Supo en ese instante que no podría mentirle y con una cara de niño regañado le contó todo.
No se equivocó al decir que Manuel se sentiría culpable.

Dejo la taza sobre la mesa de la sala de estar, con una sonrisa conciliadora se levanto para tomar ambas mejillas entre sus manos, aquello sorprendido a Pedro, no solía ser muy demostrativo y valoraba el espacio personal, pero ahí mirando sus ojos cafés recordó que podía ser muy cercano cuando la situación lo necesitaba. Una completa caja de sorpresas

— deja de estresarte tanto que en lo que dormías conseguí trabajo

Abrió mucho los ojos y no pudo evitar alegrase por la noticia, sabía lo mucho que le había costado y por mucho que intentara ocultarlo tras sus ojos había una chispa de alegría que no veía hace mucho, de la emoción lo abraza exigiéndole saber todos los detalles. Resultaba que una tienda que vendía libros en el centro estaba a la búsqueda de un nuevo vendedor, uno que tuviera muchos tomos y autores metidos en la cabeza, un perfil que Manuel mantenía, luego de una entrevista exprés lo contrataron de inmediato, ahora tendría que acostumbrarse otra vez a levantarse temprano luego de casi un año.
Ese día pidieron pizza para festejar.

Pronto el estrés pasó a un segundo plano y volvió a trabajar sus horas originales, seguía sintiéndose fatigado al terminar el día pero pronto su cuerpo se acostumbraría al cambio volviendo a la normalidad. Todo parecía mejorar.

The angst challenge 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora