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» gritos

Superada la crisis nerviosa ahora Manuel se veía tan tranquilo tomándose una agua de hierbas sentado sobre su cama, de todas maneras sus ojos seguían algo rojos y sus manos temblaban un poco, nadie había dicho nada hasta ese momento transformándolo en un silencio sumamente incómodo.

— ¿que pasó Manuel?

Niega con la cabeza dando otro sorbo.

— te conozco no puedes mentirme, anda vamos, si te guardas peor será

Manuel suspira dejando la taza sobre la mesita de noche guardando unos minutos de silencio para organizar mejor sus ideas, terminó enredándose con sus propias palabras al explicar todo de forma desordenada, le contó desde su primer casi encuentro con su madre hace unos días hasta lo que había ocurrido en la casa, escuchó atentamente cada palabra con una mirada sería que la situación requería. Debía ser difícil tener que vivir sabiendo que tú madre pensaba que eras un traidor, se le fue un poco la mano con su resentimiento pensaba el, fuera como fuera lo que le preocupaba más su salud mental, todo dejaría una herida muy profunda en su subconsciente y lo mejor sería que no lo dejara caer en malos pensamientos.

— quizás lo mejor sea que veas a un psicólogo, o quizás puedes escribirlo, la verdad no se...

— no quiero ni una wea de psicólogo

— pero Manuel tienes que ver esos — busca una forma de no soñar tan brusco — eh, problemas con alguien que sepa, yo puedo escucharte pero solo sirve para desahogarte no es una solución concreta

— que no quiero

— es por tu bien

La situación pronto fue subiendo en intensidad hasta que ambos se estuvieron gritando, Pedro abogando para que acudiera con un profesional y así evitar que siguiera teniendo recaídas de las que era perfectamente consciente, Manuel en cambio alegaba que estaba perfectamente bien, que lo suyo solo eran bajones ocasionales no la gran cosa. Por desgracia sus orgullos eran más grandes que su sensatez y ninguno daría su brazo a torcer, siguieron gritándose un buen rato hasta que a causa del enojo momentáneo se desviaron del tema principal para llegar a un nivel más personal, dijeron lo que pensaban del otro sin pensarlo demasiado, la mayor parte eran aspectos negativos que presentaba el otro. Dejaron ir sus frustraciones con tanto escándalo, incluso uno de los vecinos del lado le golpearon la pared para que se calmaran, no funcionó.
Siguieron exclamando lo que estaba en su interior, hasta que en un punto Manuel se expuso de una forma que pronto querría olvidar.

— ¡Es porque me preocupas Manuel!

— ¡entiende de una maldita vez que voy a estar bien!

— ¡deja de mentir y acepta que necesitas ayuda!

— ¡no necesito ayuda si te tengo a ti!

— ¡no es suficiente entiende, no puedo solucionar del todo tus problemas!

— ¡si lo haces por la mierda! ¿¡Que no te das cuenta!?

— ¿¡de que no me doy cuenta!? ¡Anda vamos cuéntame!

— ¡De que te quiero más de lo que te imaginas!

Al no recibir la misma carga emocional supuso que algo había dicho sin querer, tardó en darse cuenta de la magnitud de sus palabras y cuando lo hizo a punta de empujones lo hizo salir de su habitación, Pedro estaba tan sorprendido que no puso resistencia aunque cuando se dio cuenta de que cuando lo había echado intentó todos los medios que supo para que le abriera la puerta. Detrás Manuel se apoyaba en la misma para impedir que la abriera sin importarle sus protestas ni cuánto golpeara la misma, lo había arruinado todo ahora y solo por su culpa, gracias a el las conversaciones de amigos que solían mantener se volverían muy incómodas, bien hecho Manuel...
Pedro en cambio se acababa de enterar de algo que el chileno había guardado sagradamente en su interior y no sabía cómo reaccionar, en vez de pensar en cómo podría abrir la puerta para arreglar las cosas se le vino a la mente cierta escena vivías días atrás, un día en el que ambos se fueron de copas y pronto las piedras comenzaron a encajar en su mente, no quiso interrogarlo con los hechos ocurridos esa noche por temor a agobiarle demasiado, le dijo a través de la puerta que lo dejaba tranquilo por un momento para que ordenara sus ideas, y él también. Recordaba muy poco de esa noche pero lo que tenía claro era que ese día, noche mejor dicho, no había sido de bebidas y nada más, lo sospechaba pero como Manuel era el único que estuvo en ese momento pensó que no había ocurrido en realidad, no evaluaba la posibilidad de haber pasado la noche con su mejor amigo, hasta hora.
¿De verdad que Manuel estaba..? Le parecía una idea descabellada hasta hora, había sido muy ciego para no darse cuenta de lo que ocurría bajo si propio techo, se sintió mal por él, en parte por tomar la responsabilidad de que quizás en algún momento le dio esperanzas, no lo recordaba.

Sin embargo en ningún momento la puerta fue abierta hasta el día siguiente cuando se tuvo que levantar a trabajar, se había pasado la tarde y noche torturandose por haberle dicho, ahora ni el valor tenia para verlo a la cara, con nervios se aseguró de que no estuviera en casa antes de salir de la habitación. Aunque no escucho que aún seguía en el lugar, se sonrieron con incomodidad mientras preparaban el desayuno entre los dos, comían el pan con huevo mirando a cualquier parte menos al contrario, pronto se tuvo que retirar a trabajar para alegría de sus constantes nervios.
Abrió la puerta dispuesto a retirarse.

— ¡espera! — la figura se detuvo en la puerta, volteo la cabeza para míralo con un insensate zapateo producto de sus nervios— lo siento pero yo no, eh...

— no te preocupes, está bien

La puerta se cerró detrás de él.

The angst challenge 『  MexChi 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora