Capítulo 9: Preludio

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Viernes 24 de noviembre del 2016, 5:00 p.m.

El Coloso, Acapulco de Juárez.

  Sofía se acercó a la puerta y presionó el timbre, esperó a que alguien pudiera abrirle. No hablaba con Andy ni con nadie desde la última vez que se vieron, la vez que mató a Sergio con total violencia. Mientras esperaba, observó su vestido de mezclilla, lo suficiente corto, pero no tanto, lo suficiente justo, pero no tanto, lo suficiente lindo, pero no tanto para que Andy le dijera algo, algo lindo. La puerta se abrió y el cabello rubio de Amanda se asomó para verla.

  — ¡Hola! — le saludó Amanda sonriendo, su belleza era demasiado grande, tal vez, más que la de Sofía. — ¿Eres la chica de esa noche?

  — Sí. — contestó Sofía de golpe. — Vengo a ver...a Andy...

  — Oh, no está. — le dijo Amanda en voz baja. — Hay días en los que no viene a casa por un largo tiempo y cuando regresa...

  — ¿Tiene labial o señales de que estuvo con otra? — preguntó Sofía sonriendo de mala gana. — Es muy adulto para ser un niño estúpido.

  Amanda le observó irse, bajando las escaleras.

  — ¿Por qué? — dijo Amanda en una voz baja casi imperceptible.


*


  Johan Wayne estaba acostado en su sofá, observando la televisión mientras esperaba a que su madre y su hermana llegaran a casa o él se durmiera. No veía a la chica que entraba por su puerta sin mucho esfuerzo.

  — Eres más guapo en persona. — comentó Giselle Vásquez al mismo tiempo que Johan giraba con sorpresa y saltando del sofá.


*


Viernes 24 de noviembre del 2016, 11:30 p.m.

Hotel "Emporio", Acapulco de Juárez.

  

  — Piso seis. — habló David Araico a su micrófono oculto. — Despejado.

  — Piso once. — contestó Andy Leyva enterrando su cuchillo negro en el cuello de un hombre con saco elegante. — Despejado.

  — Anderson se encuentra cerca. — dijo David entrando a un ascensor y cargando su arma con más balas. — Nada dice que no tenga a más guardias en su piso.

  — Nada dice que los tenga. — respondió Andy saltando sobre más guardias en el piso doce con violencia.

  David se mantenía quieto, observando su reflejo en el espejo del ascensor; la ropa negra gótica y el auricular en su oreja, levantó su arma y siguió mirando su cabello negro largo hasta los hombros. Bajó la vista. El ascensor llegó al piso doce y salió de forma veloz, disparando y observando de reojo los cadáveres que Andy dejaba, ambos llegaron hasta la puerta más lejana. Los dos se lanzaron contra la puerta y la derribaron dándole una embestida violenta. Cayó al suelo y un hombre de aspecto maduro y barba observaba a los dos chicos desde sus anteojos.

  — Casi dos minutos. — comentó Jeremy Anderson. — No pensé que fueran tan rápidos, pero pensé que Andy Leyva era demasiado veloz.

  — Es un día flojo. — le dijo Andy limpiándose la sangre que tenía en su boca con la manga de su saco. — Se terminó, es hora de...

  — Lo sé, vienes a matarme. — contestó Jeremy sentado en el comedor, frente a él había una copa de vino casi por terminar. — Lo sé porque yo te contraté para eso.

  — ¿Qué? — preguntó David al mismo tiempo que Andy se detenía.

  Jeremy Anderson levantó un teléfono con los datos de ambos y la suma de dinero que les pagaría al matarlo. Jeremy sonrió.

  — Vienen cosas muy interesantes, hijo. — dijo Jeremy bebiendo de la copa. — No vas a matarme de verdad, sólo van a fingirlo, creo que la muerte momentánea me puede servir para salir de algunos asuntos, ¿no lo creen?

  Andy frunció el ceño y levantó el arma para jalar del gatillo. Un sonido seco fue lo último que se escuchó.

  — ¿A dónde vas a ir ahora? — le preguntó David observando a Jeremy Anderson hacer fila con varios productos en un Oxxo en el que se encontraban.

  — A casa. — respondió Andy en la barra, sentado y mirando por la gran ventana.

  — Está bien. — dijo David mientras Jeremy se acercaba a ellos con los productos en ambas manos. — Debes descansar un poco...

  — Aquí tengo la soda de David y un juguito para Andy. — señaló Jeremy Anderson dándole a cada uno lo suyo. — Yo me compré otro jugo, ¿quieres un poco, David?

  David le rechazó amablemente mientras Andy bebía de su jugo. Era extraño ver al hombre bien vestido en medio del poco espacio, bebiendo jugo y sonriendo.

  — Bien, respecto al plan... — dijo Jeremy Anderson.

  — Estoy dentro. — contestó Andy bebiendo de su jugo. — Será divertido.

  — ¿En serio?, fue rápido. — comentó Jeremy sonriendo.

  — Yo también estoy dentro. — David bebió de su soda y lo miró a los ojos. — ¿Y cuándo van a ir por ellos?

  — Tal vez en una semana. — respondió Jeremy. — Depende de la chica que los busca, también depende de los que va a usar, pero estoy seguro de que no será problema para el gran Andy Leyva.

  — Mándame un mensaje el día que empiece. — indicó Andy. — Me voy a casa.

  — ¿No quieres ir a tomar algo más? — le preguntó Jeremy bebiendo de su jugo.

  Andy se levantó y fue a la salida del lugar.

  — Sólo quiero dormir. — les dijo con una voz demasiado melancólica para ser la de él mismo. — Me siento muy cansado.

194: InsurrecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora