La paz y esa tranquilidad que sólo el mar podía dar eran la clave para despertar en medio de un extraño lugar que no era lo que parecía.
Imaginar un gran plano; arena por suelo, escombros y ruinas de adorno, pequeños tornados alrededor y la secundaria 194 destruida por completo, en su mente era difícil.
Andy estaba en el suelo, enterrado en la arena que lo consumía poco a poco, se levantó, notando que la mancha de sangre desapareció. Giró a ver en dirección contraria, lo mismo. Arena y un cielo estrellado.Derecha.
El chico giró a la derecha y la vio, era Amayrani, pero con un vestido blanco muy largo y un cabello más castaño.
Caminó hasta llegar a su lado.— ¿Quieres ir por ahí? — le preguntó Amayrani extendiéndole la mano.
Siguieron caminando por dos horas, si es que se podían contar así, hasta llegar a lo que parecía el fin del mundo. Un montón de arena parecía caer al vacío de manera tranquila.
— Deberías tener más cuidado en lo que haces. — le dijo Amayrani.
— ¿Qué hago aquí? — preguntó Andy confundido.
— No lo sé. — respondió Amayrani.
— ¿Estoy muerto?
— Creo que sí.
— ¿Crees?
— No sé qué hago aquí.
— Esto parece ser una etapa.
— Siempre hay etapas.
— Me refiero...
— ¿A la luz?
— ¿La luz?
— ¿Crees que se acabó?
— Supongo.
— Creo que ya sé qué hago aquí.
— ¿Qué?
— Una vez escuché de una persona que llegó al infierno, uno de sus poetas favoritos lo llevó por el lugar hasta conocer el cielo...
— ¿Ajá?
— Tal vez yo también sea alguien que admiras, amas o extrañas mucho, ¿por eso soy una chica?
— Es cierto, Amayrani.
— ¿Amayrani?, mmm...interesante.
La chica sonrió y tomó de la mano a Andy mientras daban media vuelta.
— ¿Por qué? — preguntó Andy.
— ¿Qué? — respondió Amayrani.
— La arena, ¿por qué no vamos con ella y caemos?
— No sé, simplemente no lo hacemos.
— No entiendo.
— ¿Tienes que entender algo que ya estás viendo?, mira.
Ella señaló el final.
— ¿Estamos cayendo? — le preguntó.
— No. — respondió Andy.
— Entonces, ¿por qué te preguntas si caemos o no?, ya estás viendo que no.
— Supongo que tienes razón.
— Mira toda la arena que fluye para caer, es curioso, pero es normal.
— ¿Qué?
— Nada fluye hasta que cumple la función que debe hacer.
— ¿Qué?
— No puedes caer ahí porque no sirves, al menos eso pienso yo.
— ¿No sirvo?
— Yo qué sé, ni siquiera entiendo lo que hago aquí.
— Creí que eras la muerte...
— Eres muy raro, ¿por que algo que no existe vendría?
— La muerte existe.
— Claro que no, es sólo otro nombre para la ausencia, obvio.
— Ausencia...
— Claro, mira los granos; siempre se van a caer, pero regresan por algún motivo, los granos que ahora pisas estuvieron haya abajo hace mucho.
— No me gusta esto.
Andy soltó de su mano y comenzó a observar el lugar.
Abajo.
El chico bajó la vista y notó que sus pies se hundían en la arena. Volteó a ver a Amayrani, quien le miraba con total confusión y se ponía de rodillas a su lado mientras se hundía.
— No sirves. — dijo ella entendiendo al fin. — Jamás debiste seguir...
— ¿Qué? — preguntó Andy hundiéndose hasta la cadera.
— Tú no deberías estar vivo y sin embargo, no puedes morir.
— ¡¿Qué mierda dices?!
— ¿Cómo puede vivir algo muerto y cómo matas a algo que jamás debió seguir viviendo?
— ...
— No deberías estar vivo, tú nunca debiste seguir vivo y ahora no puedes morir porque ya no eres nadie.
— ¡¿Qué?!
— Debes recordar. Debes recordar por qué debías morir, debes recordar la razón por la qué no puedes morir.
Andy siguió hundiéndose.
— Tus memorias, todo lo que sabes de ti mismo...
El chico intentó tomarla, pero ella lo hizo primero y se acercó.
— Todo es falso, debes recordarla a ella, debes recordar lo que te hizo.
Andy se hundió por completo, cayendo en los brazos de Amayrani hasta quedarse dormido en un río que no fluía, quedándose estático en medio de un oscuro lugar. Viendo la forma en que ella, en que Amayrani se ponía de pie frente a él en su habitación y la forma en que desaparecía.
Recuerda lo que te hizo.
Amayrani desapareció, dejándolo solo hasta que entró alguien más, una figura femenina más grande y delgada, se sentó al pie de la cama, levantando las sábanas hasta dejar al pobre niño sin ropa en la oscuridad.
— Es hora de jugar, Andy. — le dijo ella sonriendo y agachando su cabeza.
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194: Insurrección
БоевикUna droga peligrosa, un laboratorio secreto, un tiroteo que cobra la vida de más de 12 estudiantes y demás peligros llegan al puerto de Acapulco, la policía intenta lidiar con eso, pero detrás del telón, cuatro jóvenes son buscados por el causante d...