Capítulo 22: Tú o yo.

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Narra Francesca:

Respiré profundo, me estaba estresando un poco. Realmente me preocupaba Christopher y lo que Francine le pudiera hacer.

— Con qué Agente Horan... — escucho decir Damon desde la sala.

— Eso no te incumbe. ¿Cómo es eso de que se lo entregaste? ¿Por qué y para qué? — mis palabras salieron más afiladas de lo que pretendía mientras volvía a la sala.

— Es simple... me pidió que matara a Christopher y eso hice. — Damon esbozó una sonrisa indiferente, encogiéndose de hombros como si estuviera hablando del clima.

Bonnie, Elena y yo lo miramos atónitas, incapaces de procesar lo que acababa de decir. Sentí mis ojos arder y las piernas temblar, pero me esforcé en mantenerme firme. Mi corazón martillaba en mis oídos.

— ¿Y lo dices así como si nada? — solté, fulminándolo con la mirada.

— Pues sí. Porque realmente no me importa ni lo más mínimo.

Su respuesta. La forma en que lo dijo. Como parecía no sentir ni un poquito de culpa. No era de esas personas que llegan sentir demasiada rabia, pero en este momento no podía evitar sentir eso con tanta intensidad.

— ¿¡NO TE IMPORTA!?

Le grité mientras me abalanzaba sobre él propinándole un puñetazo tan fuerte como podía en el rostro. Estaba sobre él dándole golpe tras golpe. Hasta que él para quitarme de encima me levanto con tanta fuerza y me tiró sobre una mesa de vidrio que estaba a un lado. Al caer sobre la mesa, pues se rompió en mil pedazos y yo quedé inconsciente.

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Narra Christopher:

Desperté con un dolor punzante en la cabeza y el cuello. Una mueca de dolor se dibujó en mi rostro mientras intentaba abrir los ojos. Al hacerlo, me encontré en un lugar que no reconocía.

Parecía un sótano abandonado, sucio y lleno de polvo. Las telarañas colgaban del techo, y varias cajas y bicicletas viejas estaban esparcidas por el lugar. Me di cuenta de que estaba sentado en una silla, atado con fuerza desde los hombros hasta los pies. Intenté liberarme, pero la soga estaba demasiado apretada, y mi frustración crecía con cada esfuerzo fallido.

—Gracias a Dios que estás bien. — un suspiro de alivio se le escapa.

Miro a mi izquierda y bajo la vista.  Francesca se encontraba sentada en el suelo atada en las manos y en los pies.

— Francesca. ¿Qué hacemos aquí? ¿Cómo pasó todo? — pregunto, pero antes de que Francesca me conteste ya sé la respuesta a mi pregunta. — Damon.

— Así es.

Recuerdo vagamente mi último momento con él.

— ¿Estás bien, Christopher? — vuelve a preguntar y noto preocupación en su voz.

— No sé. Me siento extraño. — digo con la mirada perdida.

Noto como Francesca se intenta poner de rodillas incómodamente, pero lo logra.

— Estaba muy preocupada por ti. — suelta y sus ojos están aguados.

— Todo está bien. — le aseguro, a pesar de sentirme totalmente raro.

Me di cuenta que su rostro estaba casi cerca del mío, ella miraba fijamente mis labios y se acercó aún más y me sorprendí al pensar cuales podrían ser sus intenciones.

— Francesca, no... — intenté decir.

Si lo que supongo que va a hacer sucede... Me sentiría aún más culpable. En un principio pensé que lo mejor sería estar lejos de ella por lo que hice, porque si nos relacionábamos de la manera que sea y ella se enteraba de la verdad... Quizás solo le traería más sufrimiento a su vida.

Enamorándome De La Misión ||CNCO||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora