Estando seguramente más blanco que un papel, giré mi rostro lentamente. En efecto, John estaba ahí, detenido a mitad de las escaleras con la misma sonrisa ligeramente burlona y aquellos ojos marrones tan penetrantes que daba a entender que era mejor no tener problemas con él.
Vestía distinto esta vez y eso, de alguna manera, me llamó mucho la atención. Llevaba una camiseta ligeramente holgada de color gris, pantalón de mezclillas y unos tenis blancos.
—Ah... —volví a mirar a mi madre, sin saber qué decirle al respecto—. Uhm..., p-pues...
—¿Llegué muy temprano? —La voz gruesa de John me interrumpió. Bajó con lentitud los pocos escalones que le faltaban hasta poder estar frente a mi madre. Con una sonrisa más amplia en los labios, extendió su mano y le dijo—: John.
Ella lo miró de pies a cabeza, al tiempo que se acomodaba la camiseta lila que tenía puesto. Luego le extendió la mano y, al instante, la apartó. Tal vez le había quemado.
—Lamento si Paul no le avisó que yo estaría aquí —siguió diciendo—. Yo tampoco le avisé que vendría, y menos tan temprano.
—Eh, no te preocupes —le dijo, no muy convencida y sin dejar de verlo. Estaba casi seguro que hallaba en él algo extraño, que no podía definir muy bien de qué se trataba—. Sólo que me sorprendiste. Apareciste así... tan repentinamente.
—Lo lamento.
—Mmh, descuida... —Mary entrecerró sus ojos—. ¿Te he visto en algún lugar? Tu rostro... tu rostro me es conocido.
El semblante de John cambió radicalmente. Ahora lucía un poco incómodo, y supuse que era por la pregunta que mi madre le había hecho. Sin embargo, sonrió casi de inmediato y sacudió su cabeza en negación.
—No que yo recuerde, señora.
—¿Eres compañero de clases de Paul?
John sacudió su cabeza en completa negación.
—Somos amigos, pero no de ahí.
—Mmh, bien —ella hizo el mayor esfuerzo por sonreír, aunque sabía que no le había agradado en lo absoluto. Luego me miró a mí—. Paul, cariño, ya me voy. No tardaré mucho. Lo prometo.
—Está bien.
Ella se marchó esbozando una sonrisa y, cuando cerró la puerta, yo miré inmediatamente a John. Este también lo hizo y me sonrió.
—Hola, niño precioso —me dio un beso fugaz en la mejilla—. ¿Cómo está el alma de Satán más linda de todas?
El rubor se extendió por mis mejillas. Había sido un piropo satanizado que no tenía ni la más mínima gracia, pero a mí me había parecido de lo más lindo.
—¿Por qué...
—... vine aquí para que todos me vieran? —completó mi pregunta, como si me hubiera leído la mente. O tal vez yo era muy evidente y me conocía como la palma de su mano—. Porque quiero.
—Bah —lo miré feo—. Esa no es una respuesta —le di un pequeño codazo—. Ya dime la verdad.
Encogió sus hombros, restándole importancia al asunto. Se dirigió hacia el sofá, y tomó asiento como si se tratara de su cómoda casa. Soltó un quejido de satisfacción.
—Vaya, ni en el infierno son tan cómodos... —deslizó su mano por la superficie de terciopelo, esbozando una sonrisa. Luego me miró y palmeó a su lado—. Ven, siéntate.
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The Devil with an Empty Heart ➳ McLennon
FanfictionNecesitaba una persona idónea e ideal para mí. Cansado de esperar y que las chicas -y el resto de las personas- solo me vieran como amigo y niño bueno que sólo le interesaba la religión, busqué ayuda. Por tal motivo, decidí acudir al Diablo a ver c...