Capítulo XV

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   Acomodé mi corbata azul oscuro frente al espejo, para después acomodar un poco los botones de mi camisa negra que combinaba con el pantalón del mismo color. Era domingo de ir a la iglesia, voltear las cruces y asustar a las señoras.

   Estaba entusiasmado porque John me iba a acompañar esta vez, e ir a la iglesia acompañado del Diablo no era algo de todos los días.

   Ya listo, salí de mi recámara y me dirigí a las escaleras para bajarlas. Mamá estaba colocándose unos aretes de corazoncitos que hacían juego con su vestido rojo, ligeramente ajustado, y sus zapatos de tacón pequeño de color blanco.

   —¿Listo para irnos?

   Negué con la cabeza lentamente, haciéndola fruncir el ceño.

   —¿Por qué? —miró el reloj que adornaba su muñeca—. Ya casi es la hora de irnos. —Comentó. Mamá era muy puntual, y más cuando se trataba de ir a la iglesia—. ¿Qué te hace falta?

   —Es que... eh... J-John debe estar p-por llegar —le dije. Por mi mente pasaba John, ven ya que mamá que quiere ir, por favor..., por favor—. Él irá a la iglesia con nosotros.

   El semblante de mamá se tornó ligeramente rojo porque tal vez le había molestado la causa. Suspiró resignada, y cuando se dispuso a tomar asiento en el sofá, el timbre sonó.

   Fui abrir la puerta rápidamente, y esbocé una sonrisa al ver a John. Llevaba puesta una camisa vinotinto con mangas cortas, un pantalón negro bien planchado y unos zapatos lustrados del mismo color, muy similares a los que yo llevaba.

   Mamá salió detrás de mí, esbozando una sonrisa un poquito falsa.

   —Hola, señora —John fue cortés, como siempre—. ¿Cómo está?

   —Muy bien. —Le devolvió el saludo mientras nos dirigíamos al auto, luego de cerrar la puerta de la casa—. ¿Y tú?

   —Bien... ¿Y tú cómo estás, Paul? —me miró, dibujando una sonrisa en sus labios.

   —Bien...

   Frente a mamá nuestras conversaciones eran tan simples...

   No pasó mucho tiempo para que los tres nos subiéramos al auto; mamá de piloto, y John y yo en los asientos traseros.

   —Eh, mamá... —la llamé. Cuando estaba conduciendo, ella nunca miraba otra cosa que no fuera el camino que tenía al frente, pero su ajá me dio a entender que, a pesar que ella no me estaba viendo, ella me estaba prestando atención—. En la tarde, John va a ir a su casa a buscar sus cosas y luego se regresa para acá para quedarse a dormir para poder estar mañana temprano listo para el retiro.

   Se quedó en silencio. Tal vez no le había agradado que no le hubiera pedido permiso, o quizá no le agradaba porque era John.

   —Está bien... —dijo sin más—. No hay problema.

   Era obvio que había problema; era más que obvio que no le había gustado. Seguramente me iba a reclamar por eso en su momento.

   John y yo intercambiamos miradas, y sentí mariposas en el estómago cuando me sonrió de una forma muy tierna. O que a mí se me hizo tierna.

   —¿Y tu tía no tiene problema en eso, John? —le preguntó mamá.

   —No, no... De hecho, ella va a tener visita en casa y no le importaría mucho que yo estuviera fuera el día antes de irme al retiro.

   —¿Ella que te dijo acerca del retiro? ¿Le agrada la idea?

   —Sí, claro que sí... Le dije que Paul me llevaría.

The Devil with an Empty Heart ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora