Capítulo VI

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   Eran las siete de la mañana de un domingo. Y eso significaba ir a misa. Lo que más que asustaba de todo eran las cosas locas y raras que Satán hacía en la iglesia, especialmente para asustar al hijo menor de los Asher, Peter.

   Mi madre había estado molesta conmigo por lo que le había dicho a mi padre el día anterior. No paraba de repetir frases como: "No seas así con él", "estuvo muy mal de tu parte", "él te da todo, tus estudios también", "está molesto contigo y decepcionado", y la de siempre: "Él va a cambiar. Dale una oportunidad".

   Cuando estuve en la recámara con la toalla alrededor de mi cintura, me dirigí hacia el armario para buscar ropa qué poner. Opté por una camisa de vestir blanca, pantalón gris y zapatos negros. Apliqué perfume y me dispuse a ordenar mi cabello, estando frente al espejo de mi habitación.

   De pronto me percaté de la figura de John detrás de mí. No pude evitar dar un salto.

   —¿Te asusté, niño hermoso?

   Me di la vuelta y asentí un poco. Él metió las manos a los bolsillos de su pantalón negro, al tiempo que esbozaba una sonrisa. Sus ojos marrones estaban sobre los míos.

   —Estás hermoso soy.

   —Oh, gracias. —Sabía que me había ruborizado. ¿Acaso no me podía resistir a los elogios de Lucifer? Al parecer la respuesta era un no rotundo—. T-Tú también. De hecho, siempre lo estás.

   —Gracias. ¿Crees que podría ir a la iglesia así? —un tono de burla adornaba su pregunta—. ¿Me veo elegante?

   Cambié de rojo a blanco tan rápido como un semáforo. Palidecí y sacudí poco a poco mi cabeza en negación, haciéndolo reír.

   —No..., no hagas nada.

   —Lucifer siempre está contigo, Paul. ¿Cómo quieres que no haga nada? Estoy donde tú estés.

   —P-Pero... Agh, luego... —entrecerré mis ojos cuando noté que John se estaba acomodando el cabello frente al espejo—. Oye, ¿cómo es que puedes verte ahí y ayer no te veías?

   Me dedicó una mirada poco bonita, pero era algo que ansiaba saber, así como algunas otras cosas que no me atrevía a preguntar por miedo a la respuesta y porque sabía que las preguntas y Satanás no iban de la mano.

   —Porque ayer fui humano para que todos me pudieran ver —explicó brevemente—. Pero estaba muerto, así que no tenía reflejos. Pero, en sí —se volvió a mí—, ¿tengo el cabello bien?

   Tenía un mechoncito levantado, como si una vaca satánica lo hubiera lamido. Me tomé la atribución de llevar mi mano a esa zona para acomodarlo y funcionó en cuestión de segundos. Su cabello era suavecito...

   —Ya está.

   —Gracias, preciosura —me giñó el ojo.

   Por mi mente solo pasó Satán-me-guiña-el-ojo-Oh-mi-...¿Dios?

   —¿Quieres que vaya a la iglesia contigo?

   —Siempre vas, ¿no?

   —Pero no en forma humana —me miró pícaro—. ¿No quieres asustar a Peter? Yo sí.

   A pesar que en otros meses me hubiera negado, sonreí con malicia y asentí. John tronó sus dedos, logrando que un humo blanco cubriera su cuerpo. Se fue desvaneciendo poco a poco hasta que John volvió a verse. Esta vez ya no vestía su traje: llevaba una camisa negra, pantalón del mismo color y zapatos muy brillantes. Su corbata roja era lo único que resaltaba de su oscuro, particular y elegante atuendo.

The Devil with an Empty Heart ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora