Era domingo. Un día perfecto para rezar en la iglesia con Satán al lado y para, por supuesto, verle la cara a Jane y asustar a su hermano Peter.
Me alisté con una camisa de vestir de color melón, que acompañé con pantalón gris y zapatos bien lustrados de color negro. Apliqué un poquito de perfume sobre mi cuello para que Satancito me encontrara con buen aroma.
Salí de mi recámara y, pese a las huellas de agua que había sobre el corredor, deduje que mamá no había tardado mucho en salir del baño. Fui hasta su recámara y me detuve en la puerta, la cual toqué con cautela un par de veces.
—Mamá, ¿te falta mucho todavía?
"Un poco", me contestó. "En cinco minutos estoy lista."
Cinco minutos era lo aproximado a una eternidad.
—Yo te espero afuera, ¿sí?
"Está bien."
Al escuchar su respuesta, me di la vuelta y me dirigí hacia las escaleras. Mamá había mejorado desde la noche antepasada, cuando había adquirido en la farmacia una infusión en polvo para la gripe.
Y donde John había reaparecido al salir, golpeándome vilmente el trasero.
La mañana estaba bonita: el sol estaba radiante y corría una brisa fresca. Aquella paz que, en ocasiones, la naturaleza solía brindarme iba a irse a la fregada con la llegada de mi padre. No me agradaba en lo absoluto. Prefería que él estuviera por su lado y mamá y yo por el nuestro...
Descargué el peso de mi cuerpo sobre el auto de mi madre que yacía estacionado en la acera. Me crucé de brazos y suspiré, pensando en cosas triviales; algunas tontas y otras no tanto.
De pronto el rebotar de un balón me obligó a girar mi rostro hacia atrás. Lamenté el haberlo hecho: ahí, a escasos metros de distancia, estaba Stuart. Vestía un uniforme de baloncesto y tenía un balón naranja que para él valía mucho más que el pellejo de su propia piel.
—Hola, Paul. ¿O debería decir 'fracasado'?
Me digné en verle la cicatriz que empeoraba su ceja, y le quité la mirada. Como siempre, decidí que lo mejor sería ignorarlo.
Pero él pareció no hacer lo mismo que yo. Estaba decidido a molestarme y a decirme un par de cosas hirientes, así que se acercó a mí. Lo único que sentí después fue el golpe de su balón en mi cabeza.
—¡Auch!
Se agachó para recoger el balón, manteniendo una sonrisa burlona en el rostro. Mis vacaciones siempre eran desgraciadas gracias a él. En el instituto estaba Shotton; y en casa Sutcliffe. Dos personas que amaban patearme el trasero un par de veces.
—Escuché que tu padre va a venir a vivir para acá otra vez. Espero que los gritos de sus pleitos me dejen dormir.
—Ya cierra la boca —gruñí, sin ni siquiera dirigirle la mirada. Stuart estaba cerca de mí, rebotando su balón y diciendo estupideces para molestarme.
—Dime, ¿cuántas veces la ha golpeado? ¿Diez? ¿Veinte? ¿O ya perdiste la cuenta?
No le contesté.
—Oh, Paul, no te pongas así... Ya yo quisiera tener un padre boxeador..., pero que golpee un saco y no a mi madre.
Seguía sin contestarle, pero estaba acumulando la molestia que su irritante voz me causaba. Mantenía mis puños apretados, con las uñas clavadas en las palmas de mi mano.
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The Devil with an Empty Heart ➳ McLennon
FanfictionNecesitaba una persona idónea e ideal para mí. Cansado de esperar y que las chicas -y el resto de las personas- solo me vieran como amigo y niño bueno que sólo le interesaba la religión, busqué ayuda. Por tal motivo, decidí acudir al Diablo a ver c...