Capítulo XXI

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   Me quedé perplejo al escuchar esas palabras en ese tono de voz tan dulce. No sabía por qué, pero su presencia, en cierto modo, me agradaba.

   —¿'Ángel favorito de Dios'?

   Él se sonrió. Los hoyuelos en sus mejillas se me hacían más que bonitos.

   —Bueno, Dios no tiene un Ángel favorito, pero me ha enviado a mí a buscarte a ti.

   —¿A mí? —apunté con el dedo índice mi pectoral—.Y... ¿en serio soy un Ángel?

   —Lo único que te falta es entregarle tu alma al Diablo.

   —Ya lo hice.

   Klaus sacudió su cabeza en negación, soltando una pequeña risita de por medio.

   —Entregas tu alma al Diablo cuando él se cobre todas las cosas que te ha dado, y cuando él así lo decida.

   —Te dije que ya lo hice —enfaticé—. Ya mi alma es de él.

   —Vives aún. Tu alma es totalmente del Diablo cuando mueras. Claro, es lógico que haya hecho que estés de su lado, pero todavía hay oportunidad de que vuelvas a tu camino.

   Fruncí mi ceño y lo apunté con mi dedo índice.

   —Dile a Dios que Él nunca me escuchó.

   —Siempre escucha —contestó muy tranquilamente, a pesar que mi tono de voz fue enérgico—. Y no tarda en responder, lo que sucede es que a veces las personas son impacientes y quieren todo rápido, pero te aseguro que Él está trabajando en tus oraciones.

   —Cómo sea —sacudí mi cabeza en negación, ignorando lo que me había dicho—. ¿Tú a qué vienes?

   —Quiero ayudarte —dijo, caminando hacia mí—. Las intenciones de Satanás nunca son buenas, y sólo está jugando contigo, dándote lo que quieres e instándote hacer cosas malas.

   —Es mentira lo que dices. Él me ha demostrado que puede llegar a querer a alguien y a ser bueno.

   Volvió a negar con la cabeza.

   —Piensa bien en esto: si Dios lo desterró del cielo fue porque era malo allá arriba, ¿no? Ahora imagínate lo malo que será aquí en la tierra.

   —Sí, hizo cosas malas allá arriba, pero las personas se arrepienten, ¿no?

   —Satanás no es una persona.

   —¿Ah, no? —me crucé de brazos—. ¿Y qué es ahora? Es una persona.

   —Está personificado en un chico que...

   Se interrumpió al ver detrás de mi hombro. No tuve la necesidad de girar mi rostro para darme cuenta que se trataba de John; este se colocó a mi lado, envuelto la pijama azul y teniendo el cabello húmedo.

   —¿Qué haces aquí, Klaus? —le preguntó enseguida, de mala gana y de forma retadora—. ¿No deberías estar ocupado allá en el cielo?

   —Hola, Lucifer.

   El semblante de John se tornó de un rojo intenso, debido a la molestia que le causaba tal situación.

   —¿Te puedo ayudar en algo?

   —No —lentamente, Klaus negó con la cabeza—. Soy yo el que vengo a ayudar a Paul.

   —¿Y tú para qué lo quieres ayudar, eh? —alzó una de sus cejas castañas gruesas—. Creo que ha dejado muy en claro a quién es leal.

The Devil with an Empty Heart ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora