Capítulo XVI

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   Satán me miró a los ojos, mientras que se inclinaba lentamente hacia mí. Depositó un beso en mis labios, y luego otro un poco más duradero que intensificó el ardor de mis labios. Por tal motivo, me separé al instante.

   —Cuando lo hagas conmigo, ya no te arderán —susurró a mi oído, para luego llevar sus labios a mi cuello y hombros. Eso ardió—. Serás tan igual y distinto a mí...

   —¿E-En serio? —pasé saliva por mi garganta y lo miré a los ojos; él asintió—. ¿Seré c-cómo tú? ¿Tendré alas y...?

   —No, no —carcajeó—. Eso no.

   —¿Entonces?

   —Serás cómo yo, sin eso —respondió—. No sentirás ardor cuando te toque, y muchas cosas dentro de ti cambiarán. Lo prometo.

   —¿Cambiarán para bien o para mal?

   —Precioso, ¿qué cosa buena puede tener el Diablo?

   Me quedé en silencio, contemplando aquel par de ojos marrones que, junto a una sonrisa pícara, hacían que su rostro resaltara más.

   Ya lo había pensado bastante, y no pensaba doblegar mi decisión. Él me había demostrado que el Diablo sí podía tener cosas buenas y bonitas.

   ¿Verdad?

   —De todos modos sí —le contesté—. Sí quiero. Ya lo pensé demasiado y... y estoy de acuerdo con mi decisión.

   Hubo un silencio. La oscuridad reinaba en la habitación, y la única fuente de luz era la lámpara que estaba sobre la mesita de noche.

   Corté la poca distancia que había entre nosotros con un beso en los labios. Sin importarme mucho que ardiera e intentándome acostumbrar a la sensación que provocaba el roce de nuestras pieles, comencé a mover mis labios para darle larga al beso.

   Duró un poco, pero al instante me separé porque no pude soportar el ardor por tanto tiempo. John llevó sus labios hacia mi cuello y hombros, y comenzó a besarlo de forma apresurada, dejando sutiles rastros de saliva que, extrañamente, amortiguaban un poco el ardor que me causaba.

   Recibiendo plácidamente sus besos, escabullí mi mano por debajo de la sábana y logré tocar su intimidad erecta. La acaricié con lentitud, haciendo que él detuviera sus besos para mirarme.

   —Mi niño precioso, no sabía esa parte de ti...

   El rubor se extendió notablemente por mis mejillas, y no pude evitar soltar una pequeña risita vergonzosa. En realidad me había causado bastante vergüenza.

   Aparté mi mano bruscamente.

   —Lo siento...

   Estampó sus labios en mi mejilla, dándome un sonoro beso; después tomó mi mano y la colocó sobre su entrepierna endurecida.

   —Tócalo. Me gusta que lo hagas.

   Me lamí los labios, mientras lo miraba a los ojos y sentía que me iba a desmayar. Moví mi mano de arriba hacia abajo, notando como aquel bulto comenzaba a tomar rigidez. Él siguió besándome los labios, sin detenerse por mucho tiempo; eso me causaba bastante ardor, sin embargo, intenté permanecer el mayor tiempo posible...

   ... porque me encantaban sus besos.

   Me separé de él, lamí mis labios y esperé unos segundos antes de volver a tomar la iniciativa de besarlo. Mientras nuestros labios se movían de forma precipitada, John apartó la cobija que cubría parte de sus piernas y se acomodó muy cerca de mí, al tiempo que se bajaba el bóxer.

The Devil with an Empty Heart ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora