Capítulo XVII

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   Si había algo que mi corazón y el bus tenían en común, era que los dos iban rápido. La mirada de John sobre la mía me hacía estremecer y me causaba una placentera sensación en mí.

   —¿T-Tú...? ¿De m-mí...?

   Me dio un beso en la mejilla. La zona ardió.

   —Yo, de ti.

   Volvió a darme un beso, esta vez en el cuello y después sobre mis labios. Sonrió, al momento que deslizaba sus dedos por mi cabellera azabache para peinarla. Eso logró enternecerme a niveles inimaginables.

   —Y yo de ti —le contesté—. Me gusta estar contigo, me gusta todo de ti, y haría cualquier cosa porque tú y yo permaneciéramos juntos. Eso es estar enamorado, ¿verdad?

   Me miró por un par de segundos, para luego inclinarse y besarme los labios una vez más. El chasquido del sonoro beso fue tan intenso que George pareció despertarse, por lo que tuvimos que separarnos a la velocidad de un rayo y mirarlo.

   Se nos escapó una risita de los labios cuando vimos que estaba chorreando baba. De pronto, y ante la penetrante mirada de John, la saliva adoptó la forma de una cucaracha y caminó hasta adentrarse a la boca de George.

   Él tosió, y abrió sus ojos cuando sintió las patitas por la garganta. Tosió más fuerte y el insecto salió disparado a sus piernas. Armó un alboroto mientras intentaba sacudírsela.

   —¡QUÍTAMELA, QUÍTAMELA, QUÍTAMELA!

   Los que estaban a su alrededor no tardaron en unirse en una sonora carcajada, y George, cuando logró tirar el insecto al suelo, suspiró aliviado. Nos miró feo a John y a mí al darse cuenta que, como los demás, todavía nos seguíamos riendo de su repentina y fatídica reacción.

   —Lo siento, George —emití una risita—. Es que fuiste muy chistoso.

   Todavía incómodo por la situación, se rascó el cuello y asomó su cabeza por debajo de sus piernas para lograr ver el suelo del autobús.

   —No está —dijo, volviéndose a incorporar. Estaba más tranquilo—. A dormir otra vez. —Y cerró sus ojos.

   Pasado unos segundos, cuando todo estuvo en calma y cada quién estuvo sumergido en sus cosas, John volvió a verme.

   —No sé responderte, porque te digo que no sé qué es lo que se siente... Tú sí deberías saberlo, porque... —bajó el timbre de su voz; ahora se escuchaba más ronco— eres humano y es obvio que alguna vez has estado enamorado, ¿no es así?

   Pensé por un instante.

   —De hecho, ahora que lo mencionas... —mi voz también era baja—, creo que no.

   —¿No? —frunció su ceño—. Pero si tú mismo me pediste que hiciera que Jane estuviera enamorada de ti.

   —Eh, sí, pero creo que solo fue atracción física lo que me gustaba de ella. —Apreté mis labios—. Y fue un error haberte pedido eso..., ¿no puedes deshacerlo?

   Sacudió su cabeza en negación muy lentamente.

   —Lo que le pides al Diablo no puedes deshacerlo.

   Pasé saliva por mi garganta. Eso era algo realmente importante y cuidadoso, no cualquier cosa.

   —Por cierto, preciosura, ¿trajiste mi corazón?

   —¡Ah, sí! —metí la mano al bolsillo de mi suéter gris, y lo saqué. Estaba cada vez más esponjoso, y eso me llenaba de felicidad—. Aquí está.

The Devil with an Empty Heart ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora