NUEVE

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Mina siguió en la habitación y miró a través de la ventana que daba hacia un jardín, quería contemplarlo de cerca pero su enfado era mayor como para pensar que debía odiar todo en cuanto allí había. Había pasado un buen tiempo lejos de Shannon y se preguntaba porqué no tenía noticias de ella ya que sería la primera en poner un grito al cielo tras saber las hazañas de Fane Krussen.

Con familias así mejor quédate sola.

Ella se retiró de la ventana y miro hacia la puerta, Fane todavía no sabía nada de su pasado así que tendría cuidado de no darle pistas para llamar su atención, lo que ella tenía era un secreto muy fuerte que debía proteger a toda costa de no poder así habrían muchas catástrofes.

Se sentó en la cama tamaño King y se pasó la mano desesperada por su cabello, ella había hecho un bien y no se arrepentía, de lo único que de lo que sí debía era de no prestarle atención a sus alertas y detenerle los pies a Fane Krussen.

Se acarició con suavidad la marca y suspiró, ahora era la Luna de una manada de Lupei cuando ella era híbrida de Atlante y Fae de bosque. Aquello por lógica sumaba que a los Sangre Pura de Lupei no les iba a gustar en lo mínimo que ella asumiera ese papel.

"Mina-Mina, estoy asustada"

Ella se sobresaltó y levantándose de la cama abrió la puerta que daba en dirección a su balcón privado, con el susto casi pasa la seguridad quedando tendida sobre el borde. Estuvo a punto de caer pero con agilidad volvió de regreso a la terraza mientras los espectadores en el primer piso miraban entre indignados y curiosos la escena.

Mina se alejó de allí y entró a la habitación, la única atención que ella estaba teniendo era de la infante voz en su cabeza. Uno de los motivos por lo que ella estaba haciendo al ponerse en riesgo a si misma y al rebeldizarse con su lado paterno.

"Un poco más y estaremos seguras"

Pero no lo pudo decir, no tenía el colgante para hacer eso de comunicarse, lo había tirado lejos de ella para que no la encontraran. Bastó un trueno a lo lejos hacia la bahía para darse cuenta del miedo que su protegida estaba teniendo, tenía que salir de esa casa para resguardarla en un lugar seguro porque el mar no siempre era lo mejor

Ella busco entre el guardarropa pantalones y camisetas, tal vez unas zapatillas deportivas porque por lo que veía tenía que correr. Vio cuando Angélica entró a la habitación y cuando esta entro hizo reverencia con suma elegancia.

—¿Desea algo Luna?

Ella suspiró pesadamente, ya se volvía irritante que la chica le hiciera esa pregunta cada vez que entrara a la habitación.

—No me llames Luna ni me preguntes si deseo algo. —Revolvió todo en el guardarropa y al no encontrar se vio fastidiada. —Bien, Angelica. —La miró desesperada. —Necesito pantalones, camiseta y unas zapatillas de deporte.

Angélica asintió y se dirigió a otra sección del guardarropa sacando de un cajón unos shorts en mezclilla, una camiseta blanca deportiva sin mangas y unos converse negros. 

Sip, por lo menos Fane le había asignado a una chica eficiente.

—Eres increíble. —La elogió mientras se vestía. —Me quedo asombrada.

Angélica sonrió y se sintió animada como si de un perro se tratara cuando le das cariño por algún hecho.

Hasta podía jurar que Angélica tenía cola.

—¿Lo dice en serio, Joven Señora?

Eso la dejó asustada y la miró fría. —No me llames señora, estoy en mis veintena todavía.

AMORES DE GREENVILLE 1: La Nereida y El Lobo*Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora