VEINTIDÓS

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— ¿Cuándo pensabas decirme eso?

Mina miró con algo de enfado a Fane, no podía creer que le hubiese ocultado algo tan importante. Ella lo había llevado lejos de su hermana y del León para tener una verdadera discusión de pareja, si tanto le importaba el no debía tender secretos con ella de ningún tipo.

—En primero, no te enojes. —Le respondió Fane con calma. —En segundo tienes razón, debí decírtelo pero lo consideré sin importancia con todas las cosas que nos estaban sucediendo; y tercero que tenemos inconvenientes con el hijo de puta de Adratos. —Fane gruñó con salvajismo. —Ahora me acusa de haberte secuestrado y seducido como si fueras una doncella mancillada.

Mina sonrió y lo miró tranquila, la rabia se había disipado casi de inmediato. —Asi es, no soy una doncella mancillada. —Ella suspiró. —Creí a Adratos de todo pero no un mentiroso y ahora es el rey de los mitómanos. 

—Algo se nos ocurrirá para enfrentarlo. —El habló con algo de molestia. —Ese infeliz no va a ganar la partida. —Fane la miró decidido. —No me va a separar de ti y esa es una promesa.

—Todo esto me hace recordar las palabras de tío Blaize, me hubiese gustado no dejar que cosas malas pasaran a nuestro alrededor.

—Nadie tiene el futuro escrito, amada compañera. —Fane le tomo la mano y se la besó con cariño. — Quédate conmigo en casa que yo lucharé por ti sin dudarlo.

Mina le dio un besamanos a el que lo hizo sonreír. —Lo que si es seguro para todos es que la próxima vez no volveré a tener miedo por Adratos o por alguno, voy a luchar por mi, por nosotros y por todos los involucrados.

El sonrió y ella asintió.

Mina estaba segura que iba a ser mucho más fuerte tal vez por los dos que por ella misma, si fue sincera con su corazón diría que lo que de verdad empezaba a sentir por Fane era algo muy fuerte como acabar con su cabeza, tener que hacer cosas osadas por el no era más que una demostración a si misma que le importaba mucho el lobo que en ese momento la besaba con pasión y con entrega absoluta.

Fane dejó de besarla y la miró muy fijo. —Me gustaría que terminaras lo que comenzaste en tu jardín.

Ella echó a reír. — ¿De verdad quieres que lo hagamos?

—De verdad quiero estar con la chica de mis sueños, tal vez sea por llenar los deseos del lobo y el ego del hombre.

Ella sonrió con descaro. — ¿Y que hay de mi?

—Voy a demostrarte cuanto me haces bien recorriendo tu cuerpo e inundado tu vientre hasta que explotes de placer cuando obtengas tus orgasmos.

— ¡WOW! — Dijo ella después de una risa algo sinvergüenza. —Es la poesía más admirada que me has dedicado desde que me conoces, Stephan Krussen de la Casa de Odin.

Si ella tenía que ser una "Helena de Troya" tenía que ser fuerte porque su "Paris" no debía llevar todas las cargas de su estúpida familia.

— ¡Ay no, otra vez están en eso!

Fane dejó de besar a Mina y gruñó, ella miró a Aric muy enfada pero aún así no se separó de Fane.

— ¡De verdad que te pasas, Aric!

—Si.  — Concordó Fane. —Deja de hacer eso, las puertas se hicieron para mantener distancias.

—Me gustaría pero un tal Cassio de Rodo está en la puerta, exigiendo la presencia de su hija y todos los lobos están a punto de hacer que la sangre de ese tipo fluya por toda la entrada.

AMORES DE GREENVILLE 1: La Nereida y El Lobo*Finalizada*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora