Vaya primer día tan intenso. Sentía que no había hecho nada más que regañar y castigar gente, y aunque no era del todo cierto, la verdad es que no me había imaginado así mi primer día. Tampoco habría pensado que iba a tener que ocuparme de dos chicos que no eran "míos", pero prefería castigar yo a los dos muchachos de Iván, a que Iván castigara a los cuatro. Por lo poco que sabía él era innecesariamente duro con ellos.
No tuve que llamar a Darío y Fernando porque a los pocos segundos de que Óliver saliera, la puerta volvió a abrirse y ellos entraron. Se mantuvieron a una distancia prudencial, con un gesto parecido al que pondría yo al estar en la misma habitación que un hombre radiactivo.
- ¿Nos va a castigar como a ellos? – preguntó Fernando, con voz suave.
- Puedes tutearme. Y sí.
- ¿Lo ves, Nando? Ya te lo dije – exclamó Darío, con cierto aire triunfal.
- Pero... yo... yo fui quien le dio la patada – murmuró Fernando, ignorando mi petición de que me llamara de tú. – Fue sin querer... - añadió luego.
- Ya me imagino que fue sin querer. La verdad, no estaba seguro de quién había sido. Pero eso no cambia nada. No seré más duro contigo por eso.
- ¿No? – insistió, incrédulo, y miró a su alrededor, buscando algo. - ¿No me pegará con la regla? O... o... ¿con otra cosa?
- No, Nando...
- Es que, como nos hizo salir... - me dijo, aún sin tenerlas todas consigo.
- Os hice salir por Óliver, porque quería hablar con él, no por vosotros. Empecé con ellos porque son más pequeños, pero el castigo será el mismo para todos. Los cuatro estuvisteis mal al pelear, aunque sé que vosotros teníais intención de meteros con Damián. Espero que lo que pase ahora os disuada de hacerlo.
Casi pude escuchar como Nando tragaba saliva, del nudo que debía tener en la garganta.
- Sí, señor.
- No me llames señor. Soy Víctor. Y no me tengas miedo, chico. Anda, ven aquí, estás muy asustado. No voy a hacerte esperar más. Darío, por favor, gírate hacia la pared.
Darío obedeció y Fernando caminó hasta mí lentamente.
- Sé que no me conoces, Nando, así que no imagino cómo debes sentirte. Seguramente se te hace extraño que un desconocido vaya a reprenderte, sobre todo cuando no soy tu guardián, ni nada. Si quieres, puedo decirle a Iván que...
- ¡No, no! Él no – se apresuró a interrumpirme.
- Está bien... Seré yo, entonces. ¿Te tumbarás aquí? – le pedí, lo más amablemente que pude.
- Va... vale...
Fernando se tumbó sobre mis piernas de una forma que me indicó que ya le habían castigado así antes alguna vez. Le coloqué un poco, agarrándole por la cintura y comencé a darle palmadas de intensidad media mientras me fijaba en él, atento a sus reacciones. Seguía sorprendiéndome el autocontrol que en general tenían todos los alumnos de aquel internado. Sabía que algo así solo se podía conseguir con el miedo, porque no era normal que ese chico no se quejara ni lo más mínimo. Sin embargo, a los pocos segundos de comenzar, pareció entender que eso iba a ser todo, que no le había engañado y no iba a usar ninguna clase de objeto para golpearle, y vi que se estiraba un poco encima de mí. Lo primero que sintió fue alivio, y luego le vino un poco de rebeldía. Intentó salirse de esa posición, pero yo se lo impedí con el brazo que le estaba sujetando.
- Aún no hemos acabado, Nando.
- ¡Yo sí acabé, esto es estúpido!
Entendí que cuando le castigaban con la regla, o con la paleta, o con lo que fuera, era a la vez más largo y más breve. Largo porque debía de ser un suplicio, y breve porque no podían darle muchos o le harían daño de verdad. Fernando no debía estar acostumbrado a que sus castigos durasen tanto. Por eso levanté un poco más la mano, decidido a terminar rápida y contundentemente:
![](https://img.wattpad.com/cover/192827143-288-k147241.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El ángel entre las rejas
Ficción GeneralVíctor no ha tenido mucha suerte en la vida. Tras aceptar que su familia está rota, tiene una segunda oportunidad en el lugar menos pensado: un internado lleno de normas y falto de cariño. Esta historia está ambientada en una realidad paralela o en...