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Llegó la noche y el banquete por mi regreso comenzó.

— te ves algo desanimada.

— estoy en un dilema. — me miró esperando a que le explicara. — Odín me dijo que rompería una ley solo por mí, me dará la oportunidad de ir a la escuela de guerreros pero dura años.

— temes que Steve no acepte eso.

— no es del todo eso, no quiero perderlo pero...

— es tu sueño desde niña, recuerdo cuando Loki, Sif y yo te comenzamos a entrenar cuando eras una niña.

— creo que ni siquiera era una niña, apenas estaba por salir de la etapa de bebé. — rió. — desde que me dejaste en Midgard, ese lugar se ha vuelto mi hogar.

— somos vengadores pero tú tienes una vida allá. — asentí.

— tú sí me entiendes.

— sí... recuerda que yo estoy enamorado de Jane.

— ya sé de dónde saqué eso de enamorarme de un mortal.

— no es cierto, tú te enamoraste de Steve hace 70 años, yo aprendí de ti.

— eso te hace el tío Thor-pe. — me miró mal pero sonriendo y me abrazó. — en dos semanas volveré a la Tierra y hablaré con Steve, tendré que elegir entre Asgard y la escuela o el amor y el trabajo siendo vengadora.

— por mientras disfruta esta noche y las siguientes dos semanas, mi cielo. — dijo la abuela llegando.

— lo haré. — dije sonriendo.

[...]

— hasta que te dignas venir a verme.

— lo siento, aún duele lo que me dijiste en el helicarrier y lo que estuviste a punto de hacer en la Tierra. — dije. — jamás conseguirás ser rey a menos de que te dejen ir a vivir a Jotunheim, allí necesitan un rey y tú eres el hijo de Laufey.

— escuché por ahí que Odín te está dando la oportunidad de ser guerrera y la estás rechazando por un mortal, sabes que ese soldado en algún momento te volverá a romper el corazón y vendrás corriendo a Asgard.

— sé que no lo hará. — dije. — respóndeme algo, ¿tú mataste a mamá?

— ¿perdón?

— eres el único en Asgard que sabe cuáles son las salidas y entradas que hay aparte del Bifrost, entradas y salidas que ni Heimdall ve, así que... ¿fuiste tú quien me mandó matar?

— Ingrid...

— ¡respóndeme!

— no era para que te mataran, era para que te llevaran a Jotunheim, Thor fuera por ti y...

— ¿y con eso matarlo? — asintió. — no mereces que te llame mi padre, desearía que mi tío Thor fuera mi padre. — dije yéndome antes de llorar.

Tomé mis pocas pertenencias y me dirigí al Bifrost acompañada de mi tío, mi abuela y mis amigos.

— la verdad no me imagino al soldado musculoso, solo me lo puedo imaginar todo escuálido.

— lástima que no traje mi celular para enseñarte una foto. — me miró confundida. — cosas midgardianas. — asintió entendiendo.
— esperemos verte aquí pronto.

— sí, yo igual. — los abracé –en especial a Sif.– y después abracé a mi tío. — espero que vuelvas a la Tierra para ver a Jane, ella y Darcy te extrañan. — sonrió.

— lo haré, volveré pronto.

— cumple la promesa. — rió y después fui a abrazar a mi abuela.

— ten esto.

— abuela...

— por favor, para que tengas algo de casa mientras estés en Midgard. — dijo poniéndome un collar que ella siempre usa. — te amo, princesa.

— yo más, abuela. — me paré frente al puente arcoíris. — cuando quieras, Heimdall.

— se le extrañará mucho por acá, alteza. — sonreí, abrió el puente y aterricé justo afuera del departamento.

Saqué mis llaves y entré, allí estaban Steve, Nat y Clint.

— volví. — dije y me abrazaron.

— te queda bonito este vestido. — dijo.

— gracias. — dije mientras desaparecía y cambiaba a ropa normal. — ¿mencioné que puedo hacer eso? — negaron. — creo que prefiero el vestido. — dije volviéndome a cambiar. — ¿me extrañaron? Yo sí los extrañé.

— claro. — dijo Steve y lo besé. — ¿cómo te fue en Asgard?

— bien, supongo... mi padre pasará el resto de sus días en el calabozo. — dije sirviéndome agua. — qué aburrido quedarte encerrado durante 4050 años más. — dije antes tomarle a mi agua y Clint se ahogó con la suya.

— ¿cuántos tiene?

— 1046. — dije de lo más normal.

— Thor es el mayor, ¿qué edad tiene Thor?- preguntó Nat.

— no quiero que Clint se vuelva a ahogar.

— entonces tú no tienes 28, ¿verdad? — preguntó Clint y negué.

— solo te diré que nací por la época del renacimiento humano. — conté.

— oh wow. — dijo y los demás reímos.

[...]

Nos despedimos de ambos y cuándo Steve cerró la puerta, me abrazó de la cintura y besó mi cuello.

— te extrañé mucho, mi amor. — dijo aún besándome.

— yo también. — respondí volteándome y mientras seguía besándolo.

Y así seguimos hasta llegar a la habitación.

¿Para qué arruinar el momento? Le diré otro día.

La hija de Loki [Steve Rogers/Capitán América]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora