3- malevo

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Este chico está totalmente loco.  Su mirada es oscura,  es como si ocultara algo.  Me hace dudar de mis emociones y de lo que puedo hacer. 
Me alejo de él ante su advertencia y él sólo sonríe,  se burla de mi debilidad. 

—Deberías cuidarte más al salir sola,  nunca se sabe si el lobo piensa comerte —dice riendo con ambas manos en sus bolsillos.  Sigo caminando y le doy una última mirada. 

—No te tengo miedo —dije y espero que me haya escuchado—. A veces son los perros que se visten de lobos —murmuro y me desaparezco de su vista caminando. 

«Vamos,  ahora puedes respirar.»
Dejo escapar todo el aire de nervios acumulados y volteo hacía atrás, pero él ya no está.  Eso me causa más miedo y camino con rapidez hacía la cafetería.  Cuando llego ocupo un asiento y pronto una chica me atiende. 

—Quiero un derretido y un jugo de fresa,  por favor —pedí y ella anota mientras mastica su chicle.

Saco mi libro y mi laptop mientras abro una página en blanco para escribir.  Pero no puedo concentrarme después de lo que sucedió.  Aún mi corazón sigue latiendo y mi cuerpo tiembla por la exaltación de estar a punto de ser violada,  pero también pienso en lo que me dijo Edgan.  Es tan raro. 

Pronto la chica me trae  el pedido e inicio a cenar mi delicioso derretido de queso,  y mientras lo llevo a la boca mis ojos se van hacía alguién en particular,  es un chico que podría jurar haberlo conocido antes.  Es Moreno,  alto y debe rondar por los 18 años.  Sus ojos se encuentran con  los míos y sonríe,  es en ese momento que le pido a la tierra que me trague y oculto la mirada entre mi  jugo. 

Hasta que veo unos pies muy cerca, y  levanto la mirada encontrándome con el mismo chico. 

—Hola Zoe, ¿No me recuerdas?  —inquiere y pongo un rostro de dudas.  Sus ojos son café y puedo jurar haber visto esos ojos antes. 

Y se sienta sin pedir permiso,  me quedo sin palabras intentando analizar quién es. 

—No lo sé,  creo haberte visto pero no sé donde —respondo frunciendo el ceño. 

—Soy Róger,  éramos mejores amigos en la primaria,  ha pasado unos cuantos años desde que me fui de la ciudad y habíamos perdido contacto —dijo y haciendo memoria pude recordarlo.  Es Roger,  fue mi mejor amigo desde que inicie el kinder hasta terminar la primaria,  pero se había ido a otra ciudad y por eso no volví a verlo. 

Mi impresión de recordarlo todo,  se hizo notable.  Pues me levanté y le di un abrazo sin dejar de repetir lo sorprendida que estoy. 

—¡Oh cielo,  cuanto sin verte!  —dije una vez más y él correspondió mi abrazo. 

Pero el reencuentro amistoso se vió afectado cuando mis ojos se encontraron la mirada fría de Edgan.  Me mira con furia,  pareciera no gustarle lo que ve.  Frunzo el ceño ignorandolo y prestando mi atención a Róger. 

—No sabes cuanto te extrañé y conté los días de regresar.  Ahora he vuelto para quedarme —murmura y mi sonrisa se agranda. 

—Anda,  cuéntame todo,  necesito saber todo de ti —digo riendo pero nuevamente mis ojos se van hacía aquel chico de chaqueta de cuero.  Esta vez está sentado a mi frente con una chica delante suyo,  parece estar interesada pero él no presta su atención por mirarme a  mi.

Y eso no me gusta mucho,  no sé porque actúa como un acosador. 

—Cuando me fui lo hice por mi familia,  debíamos convivir en una casa que nos dejaron de herencia en Texas,  pero decidí regresar al cumplir mi 18 años,  he decidido vivir en la casa que mi madre me ha dejado —dijo y fruncí el ceño. 

El malo (Finalizada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora