No me había percatado de que en cuestión de segundos nuestros mimos terminaron, ya que todos comenzaron a gritar "A sus posiciones" Vincent sonriendo sujetó mi mano, sacándome de su habitación, ambos nos ocultamos junto a unos amigos de la madre de Vincent mientras las luces se apagaban y todos guardaban silencio, expectantes por la llegada de la celebrada.
Ante la euforia del momento y lo juntos que estamos aproveché la oscuridad casi absoluta para robarle un pequeño besito en la mejilla a Vincent, a pesar de que eran cosas pequeñas hacían que las maripositas revolotearan en mi estomago sin parar, me hacía sentir feliz y algo torpe, ya que a pesar de que había amado locamente a Tyler esto se sentía completamente distinto, era como amar por primera vez, ese tipo de amor infantil, dulce e inocente, a veces me ponía a pensar que junto a Vincent estaba aprendiendo realmente a amar.
―Es para cargar mis energías ― susurré en su oído antes de que se molestara conmigo.
En cuestión de segundos un silencio absoluto cubrió la habitación mientras se escuchaba el chinchineo de unas llaves.
―Jessica tienes que esperar, no entra la llave...
―Diana, me voy a hacer pipí, apúrate.
―Ya está, ya está.
En el momento en que la puerta se abrió las luces se encendieron y todos gritaron al unísono ¡Sorpresa!
Vincent definitivamente se parecía mucho a su madre, ambos compartían facciones similares y grandes ojos oscuros, su cuerpo era delgado y parecía débil, sin embargo, su sonrisa y rostro de emoción al ver la gran sorpresa se iluminó como si hubiese sido lo más lindo que le hubiera pasado.
―Yo... yo no sé que decir... ― sus ojos se enrojecieron, mientras se quitaba la bufanda y el gorro gris a juego.
No entendía por qué mi pecho se sentía apretado, si bien los ojos de Vincent brillaban con emoción por ver a su madre, los de aquella mujer eran radiantes como dos faros, como si aquella fiesta fuera el tesoro más grande para ella. En mi pequeña burbuja de eterna felicidad nunca había conocida personas realmente desdichadas, en mi entorno todos siempre habían sido felices con las complicaciones comunes de la gente normal y nunca me había detenido a mirar las expresiones de las personas que habían sufrido mucho, aquel mundo para mí, sólo existía en las películas. Sin embargo, al ver el rostro de la madre de Vincent iluminado por la felicidad de tan pequeño detalle pensé que ella había sido una de aquellas personas desdichadas que mucho había sufrido durante su vida, por lo que probablemente Vincent también. El ver la felicidad de ambos de alguna manera me hizo sentir muy feliz, muy emocionado, tanto que sin saber por qué mis ojos comenzaban a picar por las insistentes lagrimas que intentaba ocultar.
―Vincent... mi niño... ¿Qué haces aquí? ― dijo la mujer.
Si su rostro antes se veía iluminado ahora no había una comparación con la felicidad que demostraba.
Soltó un gracias en voz baja a su novio y corrió a abrazar al chico una cabeza más alto que ella con las lágrimas cayendo por sus ojos oscuros.
―No debiste... ― soltó abrazándolo con mucha fuerza ― ¿Creciste tanto en un par de semanas?
Vincent guardaba silencio sin embargo abrazaba a aquella mujer con una dulzura que nunca había visto, pude notar como cerraba sus ojos y se hundía en el espacio del cuello de su madre, como un pequeño que acababa de ver a mamá después del jardín de niños. Diana sujetó el rostro de Vincent repartiendo pequeños besitos en todo su rostro mientras él se sonrojaba y reía y le daba un beso en la frente a su madre.
Vincent al igual que su mamá, también estaba llorando.
―Ya se me arruinó el maquillaje ― rio la madre de Vincent ― realmente no sé que decir... gracias a todos por esto, yo... siento que no lo merezco, no merezco estar rodeada de gente tan maravillosa.
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Té de Manzanilla
RomanceCuando la vida tranquila de Kevin comenzó a caerse a pedazos encontró un hermoso refugio entre las paredes de la enfermería pintadas de color crema, en caminatas por el parque al atardecer, en las aromáticas plantas del huerto, en las flores y aves...