CAPITULO 18 MARIO

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Recibió la llamada de Antonio exactamente a las diez de mañana con diez minutos, se encontraba fumando un cigarro en el estacionamiento, llevaba años sin hacerlo, pero no podía con los nervios que en algún momento del día un hombre le marcaria, para una cita. Así que al menos fumando tenía un pretexto para estar fuera, Antonio hablo con una voz gruesa y muy rápida, Hoy te veo a las diez en frente del cine antiguo de la Av. Nacional. Y colgó

Parecía que las cosas se dieron por si solas, pues aun que durante el resto del día pensaba en ir a la cita, en otros momentos se aseguraba a si mismo de no ir, para cambiar de opinión unos minutos después, pero aún tenía a su esposa, no sabía cómo mentirle, sabía que no era bueno haciéndolo, por lo que evitaba mentirle a ella. Al menos podría usar eso como excusa para no asistir a la cita. Pero a penas abrir la puerta, miro a su esposa con un vestido negro que se ceñía a su cuerpo, y que apenas le llegaba a la mitad del muslo. Y unos tacones altos que haciendo que se viera unos centímetros más alta que Mario, Ella bajaba la escalera con una bolsa de regalo rosa, y en la otra su bolso que combinaba. Le beso apasionadamente, Mario metió la mano bajo su vestido, -Estas hermosa- Le había dicho en el oído, su miembro comenzaba a ponerse erecto, ella le saco la mano de su esposo de entre sus piernas y se despidió, pues iría a una despedida de soltera, de alguna de sus amigas, en alguna casa de un algún lugar lejano de la ciudad y prometió no llegar antes de las tres de la mañana.

Así que ahora Mario con su miembro duro, por la excitación que le dejo su esposa y por la emoción del momento. Vistiendo de traje negro, camisa rosa y corbata negra, manejaba por la ciudad, faltaba media hora para su encuentro, pero no pudo esperar más en casa, pues se arrepentiría, había pasado por la Av. Nacional de ida y vuelta casi diez veces, al fin cuando faltaban Diez minutos para las diez se estaciono, frente al cine, que estaba cerrado, pues estaba abandonado desde hace casi dos décadas. La Avenida estaba transcurrida pues era viernes. La mayoría de ellos eran chicos jóvenes. Y alcanzaba a escuchar la música de un bar cercano donde al parecer para poder entrar tendrías que ser algún tipo de hípster.

Entonces escucho como se abría la puerta del copiloto, no había visto a nadie acercarse, por enfrente, intento poner el seguro, pero ya era tarde, ahora un hombre vestido de jeans negros y camisa estaba sentado a un costado. Era Antonio

-Hola, -le dijo sonriendo – perdón si te asuste

Mario miro aquella sonrisa, que pareció distraerle por un segundo, llevaba su barba de tres días, por un momento sintió perderse en sus ojos negros.

- ¿Mario?

-¿Eh? Perdón, me distraje

-Me doy cuenta, pero basta de disculpas –volvió a sonreír, haciendo Mario también lo hiciera

-Te ves muy bien –le dijo a Mario

-Tú también te ves muy bien

-sí

Le siguió un minuto de un molesto silencio, Mario no sabía cómo continuar, se sentía inexperto en toda la situación

-Es bueno que hayas podido salir, ¿no tuviste problemas?

-No, ninguno –

-Es bueno que podamos hablar lejos de toda esa gente de la fortuna, siempre está observando

-Si, lo sé –

-Bueno fuera que solo se fijaran en nosotros como modelo a seguir pero ambos sabemos que no

-Si, es algo molesto, ¿tienes poco tiempo yendo a ese Gimnasio?

-sí, es que me mude hace unos meses vivo muy cerca –

LA FORTUNA  (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora