CAPITULO 34 MARIO

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Ya eran casi las cinco de la mañana, cuando Susana despertó a Mario, ella estaba sobre él, no llevaba más que una tanga puesta, dejando expuestos sus grandes senos, que estaban a la espera de ser tomados por las manos de Mario, el cabello de su mujer le cubrió la cara, cuando ella le dio un beso en los labios, un beso al que a penas y pudo corresponder, ella comenzó a lamer sus pectorales, pero Mario no estaba ni de cerca en la misma sintonía que su esposa, cuando ella se dio cuenta, le dedico un gesto de extrañeza y duda al darse cuenta que el miembro de su esposo, no estaba erecto.

¿Qué ocurre?

<Que me engañas> lo pensó, pero no lo dijo

-necesito dormir –

-¿Te cansaste mucho este fin de semana? –pregunto ella

- es que me siento cansado, no tengo muchas ganas por ahora

-¿Por qué? –Pregunto frunciendo el entrecejo, para después hacer una sonrisa pícara- será que te estuviste dando placer tu solo

<Ni siquiera me toque> -pensó pero tampoco lo dijo

-si

-¿Cuántas veces? ¿No dejaste nada para mí?

-fueron tantas que no lo recuerdo

Susana lo miro con extrañeza, como si no se creyera lo que su marido le estaba diciendo, entonces ella bajo se su cuerpo y se colocó a un costado de él, en la posición de cucharita, Mario, lo pensó. No quería hacerlo, solo cerro lo ojos y se acomodó para dormir, entonces sintió como Susana comenzó a tocar su cara, cada parte, como si quisiera consolarlo.

Mario no volvió a dormir, se levantó, antes de que sonara la alarma, se vistió con su ropa deportiva y salió a correr, al llegar a su casa, Susana ya no se encontraba, lo había hecho apropósito, pues no quería tener que fingir un rato más de amor, checo si aún se encontraba el celular, dentro de la caja de zapatos en el closet, y si allí estaba, parecía que no había novedad, no había ninguna nueva llamada registrada.

Pasaron días, donde Mario fingía amarla, la besaba y la tomaba entre sus brazos, pero aun no había encontrado la manera de poder dejar de pensar sobre lo que hacía su esposa cuando no se encontraba a su lado, se hacia las mismas preguntas a cada instante.

¿Dónde está su esposa en ese momento?

¿Desde cuando conoce a Antonio?

¿Cuándo fue la primera vez que ella lo beso?

¿Cuándo fue que tuvieron sexo, por primera vez?

¿Se estará comportando como idiota?, por no afrontar la situación

Sentía que debía de estar enojado, no teniendo miedo de obtener respuesta de esas preguntas, pero de repente vino a su mente una pregunta, como si hubiera salido de entre el lugar más oscuro de su mente

¿Susana amaba a Antonio?

¿Yo aún lo amo?

Pero que miedo sentía de responderse a sí mismo, no podía dejar de pensar en él, como algo perfecto, algo que llego para terminar de conocerse a sí mismo, era al que hace meses sería algo imposible, pero al final solo sentía que había llegado para destruir su vida.

Antonio; era casi en todo lo que podía pensar, cada que terminaba de ocupar su mente, en el trabajo o en su entrenamiento, siempre llegaba la imagen de Antonio y los pocos momentos que compartieron, era algo que no le había pasado nunca, era casi como sentirse enfermo. No quería seguir sintiéndose así, pero sabía que no podía hacer otra cosa, pues Susana le engaño, pero el mismo fue infiel a su esposa, estaban compartiendo el mismo hombre y el único que lo sabía hasta hace días, era Antonio, aquello siempre le llenaba de coraje, coraje que desaparecía en tan solo segundos, pues sentía que aun podía perdonarlo, pero el tendría que dar el primer paso, pero entonces el miedo aparecía, si Susana se enteraba que se había involucrado con hombres, no sabía cómo es que ella lo tomaría, pero estaba seguro que al menos le pediría el divorcio y no veía su vida sin estar al lado de Susana.

LA FORTUNA  (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora