CAPITULO 20 MARIO

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El baño al ser solo de hombres era grande a comparación de otros baños públicos, los mingitorios estaban en más de la mitad de la pared de la habitación, todo estaba lleno, seguramente varios de ellos esperando dos cosas: una que desapareciera el señor de edad avanzada que vigilaba los baños y la segunda encontrar una mano amiga. O porque no una boca.

Mario entro rápido, miro los mingitorios llenos, sin pensar fue al área de cubículos, vio entrar a un par de hombres al tercer cubículo, para su suerte el último estaba vacío, entro y cerró la puerta, estaba con una luz rojiza que entraba desde afuera, y se veía limpio. Entonces antes de si quiera poder bajar el cierre de su pantalón, tocaron a la puerta, lo que ignoro pero Antonio le hablo del otro lado, pidiéndole abrir la puerta. Dudo un segundo pero abrió la puerta, sin tener tiempo de reaccionar, ese hombre se le arrojo, plantándole un beso y tocando cada parte de su cuerpo.

Las manos de Toño recorrían su espalda, fueron bajando lentamente hasta llegar a sus duros glúteos, sintió como se los apretaba. Mario se tardó un poco en reaccionar, estaba disfrutando el sentir los labios de un hombre en los suyos, le besaba con fuerza y sentía como lija, la barbilla y la mejilla en su propio rostro. Comenzó a mover sus manos en los pectorales de Antonio, se sentía protegido rodeado de aquellos fuertes brazos. Fue bajando su mano, hasta llegar al bulto de Antonio, llevaba el falo erecto completamente y lo sentía largo, gordo, apuntaba hacia arriba, lo sobaba de arriba abajo primero lentamente y después más fuerte, los suspiros que daba Antonio, hacían que Mario temblara de la excitación, no podía controlar su cuerpo. Ni las nuevas sensaciones que le llevaban a un extremo éxtasis, una mano de Toño, ya se encontraban bajo su pantalón tratando de hacer camino con sus dedos entre sus nalgas y con la otra desabrochaba el cinturón de su pantalón.

Mario desabrocho el pantalón de Toño y lo bajo, quería sentirá la piel del tronco que pronto tendría dentro de su cuerpo, Antonio le besaba el cuello. Pero decidió tomar acción, se separa un poco de Antonio y se hincó, El escusado les estorbaba, pero logro acomodarse frente a Toño hincado, sabía que sus pies sobresalían un poco al otro lado del cubículo pero no le importo, quedando ambos, de lado de la puerta. Bajo el bóxer de licra negro que llevaba Antonio, se podía ver la humedad del líquido pre seminal, en el. Al bajar el bóxer, la verga de Toño salto, con una línea transparente que quedó colgando de la punta de su pene. Se le hizo agua la boca. Suspiro y llevo dentro de su boca aquel pedazo venido de carne a su boca. Saboreo cada parte de ese falo, sentía un sabor algo acido en su boca. Lo saco de su boca, miro los huevos grandes que colgaban bajo el falo, tenían poco pelo, si hubiera estado peludo, seguro lo hubiera pensado más, pero solo abrió la boca lo más que pudo y metió ese par de huevos cargados su boca, sentía la piel suave, le estaba gustando, como no pensó que le gustaría.

Carlos que no sentía pocas ganas de hacer pipí, decidió no esperar y revisar los cubículos de los baños todos parecía cerrados, pero intento abrir cada uno de los 5 cubículos. Miro por debajo de la puerta en el tercero, y era seguro que lograba contar cuatro piernas adentro, siguió con el otro cubículo, que estaba cerrado entonces en el último cubículo movió la puerta y se movió un poco, entonces la abrió completamente, miro primero al hombre que estaba de pie, lo reconoció enseguida, uno de los mamados que acaba de suscribirse, no recordaba su nombre, estaba con cara de sorpresa, después su mirada de fue al hombre que saco rápidamente la verga de su boca: Era él. Estaba seguro que era el tipo de la fortuna. El desconocido que estaba de pie, fue quien se movió rápidamente y cerró la puerta.

Ese tipo lo había reconocido de igual manera, ambos se habían reconocido, Carlos se sintió nervioso y temeroso. Ahora alguien que conocía, con quien compartía su mundo sabía su secreto. ¿Pero era necesario temer? Ni si quiera lo conocía bien. Carlos comenzó a sonreír, No me imagine que a ese tipo le gustara la verga –Pensó Carlos

Cuando Antonio cerró la puerta, Mario enseguida saco el pene de su boca y se puso en pie, estaba sudado, aun sentía un sabor acido del líquido pre seminal de la primera verga que se estaba comiendo, tan mala suerte tenía que la primera vez que lo hace lo descubre alguien a quien conoce, solo de vista. Pero aquel hombre del gym, lo había visto junto a su esposa al menos una vez. Mario golpeo la puerta, esta no se abrió ahora si estaba bien cerrada.

-Tranquilo- dijo Antonio

-No puede ser, ese tipo me ha visto con mi esposa en la fortuna

-A mí también, vamos al mismo Gimnasio ¿recuerdas? –Antonio suspiro- Mira que encontrarlo aquí, no lo hubiera imaginado

-Pero me vio- dijo Mario que se abrochaba los pantalones y bajaba su camisa

-No te preocupes, seguro que él está aquí por algo

-yo no sé nada de el

-Pero no vino solo a tomar unas copas, te lo aseguro

-Debo irme- Mario puso una mano en el pasador del baño

-No puedes irte –casi grito Antonio agarrando el pasador- no me puedes dejar así – sonrió y se señaló la entrepierna, su verga aun emanaba liquido pre seminal, y estaba completamente erecto

-Alguien me ha visto, no puedo quedarme –volvió a intentar abrir la puerta

-Lo mejor es que esperemos, a que se vaya

-No podremos saber a qué hora se va – Mario abrió la puerta

-Espera –dijo Antonio, que se subía el bóxer y el pantalón lo más rápido que pudo

Mario salió del baño para su suerte, estaba solo las luces de la pista de baile, que evitaban que alguien le viera directamente, miro por todos lados por si veía al entrenador, del cual no podía recordar su nombre, llego hasta el pasillo, y camino rápidamente, la persona de la entrada solo abrió la puerta sin preguntar nada. Afuera se dirigió al coche, lo encendió, entonces tocaron a su ventana. Mario se asustó por un momento temiendo ver a su conocido, pero era Antonio. Bajo la ventanilla

-¿De verdad te iras?

-Sí, no debí venir aquí –Mario vio que la respuesta no satisfacía a Antonio ni a el mismo, pues no deseaba dejar a Antonio. – A demás mi esposa llegara pronto a casa

-¡Eso no es cierto! –le reclamo Mario

-Claro que sí, no podrías saberlo

-No, pero no quiero que te vayas –Mario se sentó de cuclillas hasta quedar a la altura de Mario –No quiero que me dejes –le dijo con una dulce voz

-Lo... lo siento Antonio, no debí... -no pudo a cavar de decir lo que diría pues los labios de Antonio le cerraron la boca, cerró los ojos, sintió la lengua del ese hombre recorrer cada parte de la suya, después de unos segundos se separaron y se miraron a los ojos, los ojos cafés de Mario parecían brillar aun en la oscuridad que les rodeaba –Lo siento –Dijo otra vez, Mario encendió el coche y arranco, dejando a Mario casi arrodillado en medio de la calle.

LA FORTUNA  (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora