CAPITULO 2 MARIO

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Mario se despertó desde las cinco de la mañana, como lo hacía tres veces por semana, desde hace años. Corrió por toda la calzada de Guadalupe, de ida y vuelta. Dos veces. A penas y sentía el frió de la mañana. Dejo a su esposa en la cama, bien cobijada y bien cogida del día anterior, apenas llegara a casa se la volvería a coger. Él era muy caliente y su esposa también, era una de las razones por las que la amaba desde que la conoció hace 12 años, cuando cumplió veintitrés, justo el momento en que creyó que podría pasar su vida soltero y que sería muy feliz así. Ella apareció en su vida y el no pudo dejar de pensar en ella

Mientras esperaba que pasara un par de coches, recordó cuando miro a su esposa, por primera vez, llevaba un vestido rojo, que le llegaba a la rodilla, que combinaba perfecto con su piel morena, su cabello negro y su voluptuoso pecho. Ella no había perdido el cuerpo, pues llevaba una vida de dieta y ejercicio igual que Mario. Solo que un poco menos intenso. Apenas recordar como la había dejado desnuda bajo las sabanas en su cama, su pene se puso erecto. Tendría que correr más rápido para llegar a bajar lo caliente que se puso, y seguramente su esposa estaría dispuesta a hacerlo.

Apenas cerró la puerta de su casa, se quitó la sudadera y la camisa que estaban completamente mojadas por el sudor, corrió a su habitación en el segundo piso, su esposa seguía dormida, pero sin ninguna sabana, que la cubriera, su sexo, tenía solo un poco de bello, pues Mario se lo pedía, (lo que era justo pues ella le pedía que se depilara la verga y sus bolas, si no nunca se la metería en la boca) se veía tan jugoso, que Mario paso su lengua por sus labio, subió la mirada y miro sus pechos, que caían un poco, pero que le excitaban demasiado, y el culo de su mujer era grandioso, siempre quería metérsela por el ano, pero ella no se había dejado nunca.

Mario, con el cuerpo sudado, se quitó el short, con el que corría, quedando solo en bóxer de licra, que dejaba ver su gran erección, se acercó a su esposa, se arrodillo a su laso y tomo su mano, la llevo a sus labios y le dio un beso, ella reacciono al instante, abrió los ojos y le sonrió. Mario se puso de pie, haciendo que la mano de su esposa recorriera su cuerpo musculoso en el acto, llevando así su mano a su miembro que ya se encontraba erecto, bajo un bóxer.

Susana apretó el miembro de su marido, y enseguida bajo el bóxer, los dieciocho centímetros de Mario salieron al instante, un olor de sudor, los rodeo, Ella sonrió, pues no le gustaban los hombres peludos; su marido no lo es y se depilaba, pero le encantaba el olor a sudor, a hombre, A macho.

Sintió los labios de su esposa en la cabeza de su pene

-Sah- Dejo salir Mario de sus labios

Su esposa abrió la boca completamente y la se la metió toda, Mario vio desaparecer su verga y sentía la lengua de su esposa en todo su tronco, era una sensación placentera, dejo por un momento el tronco de su esposo y llevo su lengua a los huevos grandes de su marido. Que no tardo en comenzar a actuar, con una mano tomaba la cabeza de Susana, marcando el ritmo de la mamada que le estaba dando, y con la otra comenzó a sobar su vagina alrededor, los metió solo un poco, pudo sentido el líquido que comenzaba a emanar de su esposa, se lo llevo a boca y lo saboreo. Y volvió a repetir la acción.

Las manos de ella se fueron haciendo para atrás, agarraba las nalgas de Mario, las apretaba y las arañaba con sus largas uñas, Las separaba, hasta que lograba su cometido, llegar al ano de su marido, lo sobo durante un rato e igual que Mario a Susana, ella metió una parte de su dedo medio al ano de su esposo, que no pudo evitar dar un sobresalto, pues nunca había sentido así. Mario dejo de tocar a su esposa, poniendo atención a la nueva sensación que había entre sus nalgas, solo unos segundos basto para saber que no le molestaba para nada, al contrario, su verga estaba aún más dura en la boca de su esposa, que no dejaba de mamar.

-Aaahhhh- Esta vez fue un suspiro más prolongado de parte de Mario

Mario volvió a tomar la situación en sus manos, llevo dos dedos a la vagina de su esposa y comenzó a masturbarla, duraron así más de veinte minutos, hasta que Mario la detuvo, subió sobre su esposa, abriendo las piernas de ella, y enterrándole sin piedad las verga entre sus piernas, le daba sin piedad, ella daba gritos de placer y el mordía sus pechos, y ellas gritaba más. Hasta que su verga se ensancho más y entonces dejo salir todo su semen dentro de su esposa. Mario dio un grito de placer, terminando así la sesión de sexo de la mañana.

LA FORTUNA  (FINALIZADO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora