¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Estaba gritándole a Korg por Fornite cuando Nat me llamó para que fuera a la sala de reuniones, diciendo que tenía algo importante que conversar conmigo, así que dejé que Korg me matara y bajé las escaleras, mirando hacia todos lados para no encontrarme con Steve.
Ahora, sentada en una de las sillas, temo que aparezca por una de las puertas, y me diga que sabe todo.
Que sabe que yo sé, que sabe que puedo usar mis poderes otra vez, que fui yo la que habló con él haciéndome pasar por Natasha no solo una vez, sino DOS veces.
—¿Steve ya se fue? —pregunto desviando la mirada a una de a la ventana.
—Ah —dice Nat—. No lo sé... Creo que iba a usar el cuarto de limpieza o algo así.
Claro. Como siempre aprovechándose de que nosotras tenemos una lavadora, y poniéndome los pelos de punta en el camino. Mata dos pájaros de un tiro.
Bien por él.
—Así que... —digo encogiéndome en la silla—. ¿Para qué me llamabas?
—Quería saber como estuvo tu entrenamiento el viernes —dice ella escondiendo una sonrisa, ojos brilla con malicia, como diciéndome: ¡Soy yo la que lo hizo! ¡Ajá! ¡Gracias a mi casi fuiste torturada física y psicológicamente por el capitán américa! ¡De nada!
Entrecierro los ojos y evito arquear una ceja.
Lo sé. Lo sé. Lo sé. Canta mi cerebro.
Lo sé todo.
—¿Con Steve te refieres? —pregunto, y al ver como ella asiente con ganas bajo la mirada—. No muy bien. Quiero decir, no entrenamos, yo...
La sorpresa en su rostro es imposible de esconder, y eso me da a entender que no ha hablado con Steve, ¿y por qué lo haría? Si después de todo, a lo que Steve concierne, él ya le dijo todo lo que tenía que decirle.
El pequeño detalle, es que en realidad, no lo hizo.
—¿Por qué? —pregunta ella la decepción bañando su voz.
—No me gusta entrenar con él, Nat, ya lo sabes —digo—. No me abandones otra vez... Por favor. Aparte, ¿no crees que Steve ya debería comprarse su propia lavadora? No es por ser grosera, ni nada, pero han pasado casi cinco años desde el chasquido y aun sigue viniendo aquí a lavar su ropa, no lo sé, si yo fuera él, ya habría...
—Riley —dice Nat negando con la cabeza, la sonrisa en su rostro me da a entender que estoy haciendo el ridículo—. No tiene nada de malo que venga a lavar aquí su ropa.
—P-pero...
—Pensé que si pasabas más tiempo con él, podría llegar a caerte mejor —dice Natasha sin dejarme terminar—. Solo quería ayudar, no te preocupes, a la otra que tenga un reunión, me aseguraré de que cancelemos el entrenamiento.
