¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cuando la puerta se abre, espero encontrarme con una broma de mal gusto. Con el universo jugándome otra mala pasada como está acostumbrado a hacerlo. Pero en vez de eso, y contra cualquier pronóstico, mis ojos se encuentran con el rostro del tonto de Scott, y no puedo detener las lagrimas que se apresuran a caer desde mis ojos.
—Pensé que no volvería a verte —digo en el momento en que sus brazos se extienden y me estrechan en un fuerte y sofocante abrazo.
Cierro los ojos esperando el momento en que la realidad se precipite hacia mí, que me golpee como siempre suele hacerlo, que me haga despertar solo para recordarme lo patética que de verdad es mi vida.
Pero nada de eso ocurre.
Me separo de Scott y los segundos pasan, y él permanece aquí, en frente mío, tiene los ojos bañados en lagrimas y le tiemblan un poco las manos. Y Steve está a mi espalda, Nat a un lado de él y mis labios todavía hormiguean anhelando la sensación de los labios de Steve sobre los míos.
Solo una vez más.
—Hola Riley —dice Scott desordenando mi cabello, luego desvía la mirada a Steve y Natasha detrás mío y los saluda con un leve movimiento de cabeza—. Viuda Negra. Capitán.
No me volteo a ver a Steve, pero puedo imaginarlo sonriendo hacia Scott a mi espalda.
—¿Cómo...? —pregunto tratando de buscar las palabras adecuadas, pero simplemente parecen no existir—. ¿Dónde estabas? ¿Qué ocurrió? ¿...Hope?
Scott toma aire y niega con la cabeza bajando la mirada al suelo, y toda la esperanza que se acumuló en mi pecho se deshace como algodón de azúcar en agua.
—Creo que lo mejor es que vayamos a la sala de reuniones —dice Nat elevando la voz de a poco—, ahí vamos a estar más cómodos, ¿no creen?
Scott asiente fervientemente, se mete las manos en los bolsillos y comienza a avanzar.
—Estar cómodo suena como una buena idea, porque hay mucho que tenemos que hablar.
Trago en seco al sentir la mano de Steve en mi codo. Aguanto las ganas de querer quitar mi brazo con fuerza, alejarme de él lo más rápido posible, todo con tal de evitar su tacto.
Porque a pesar de lo que sea que él esté pensando, nada ha cambiado entre nosotros. Absolutamente nada.
Él me mira confundido, frunciendo el ceño.
Niego con la cabeza y Steve suelta un suspiro. Su mano baja desde mi codo hasta mi muñeca y no hago nada para detenerlo. Él espera hasta que los pasos de Scott y Nat ya no pueden ser escuchados en el pasillo y acaricia el interior de mi muñeca con su pulgar, contengo la respiración rezando en silencio para que él no sea capaz de percatarse de lo rápido que va mi pulso, pero por la pequeña sonrisa que tira de la comisura de sus labios, sé que eso era exactamente lo que estaba buscando.
