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Cuando era una adolescente odiaba ir a la escuela, y la verdad que estos últimos días me he dado cuenta que no mucho ha cambiado desde entonces.
Nos pasamos la mayoría de los días estudiando las posiciones de las gemas para determinar bien el cuando al que tendremos que ir una vez que queramos recuperarlas. Aún no hemos designado los equipos oficiales, pero hasta ahora estoy en el grupo de Nat y Clint, y no voy a mentir, no estoy muy entusiasmada de salir al espacio exterior, Rocket y Nebula se entretienen contándome historias para ponerme los pelos de punta y no dejarme dormir.
Pero tampoco quiero quedarme en la base sin hacer nada.
Steve tampoco está muy contento con la designación de lo equipos que digamos. Las noches son los únicos momentos que tenemos para estar verdaderamente solos, y ya me ha dicho un par de veces que cree que es una mala idea.
Aún tenemos tiempo, suelo decirle para tranquilizarlo, todavía puedes hacerme cambiar de opinión.
Y es verdad, pero de todas formas creo que cuatro de nosotros es demasiado para ir en busca de solo una gema.
—¿En que piensas? —pregunta Steve entrando a su habitación. Solemos turnarnos, una noche dormimos en mi habitación, y a la siguiente en la de él.
—En nada —respondo volteando a verlo.
La habitación de Steve está notablemente más ordenada que la mía. Su cama siempre está perfectamente estirada, y sus almohadas son más blanditas, sus sábanas más suaves, así que siempre que puedo trato de convencerlo que nos quedemos aquí, pero por alguna razón le encanta mi habitación.
Quizás por la misma razón que a mi me encanta la de él.
Steve me mira con los ojos entrecerrados y luego suelta un suspiro mientras niega con la cabeza.
—Riley —dice él tomando asiento en el borde de la cama, llevando las yemas de sus dedos a mi mejilla, cierro los ojos al sentir la calidez de su tacto. Él baja hasta que sus labios quedan a milímetros de mi oído y dice:—Te tengo una sorpresa.
—Odio las sorpresas —digo sin ser capaz de esconder la sonrisa que tira de la comisura de mis labios. Steve deja un suave beso en mi sien y luego tira de mi brazo para ayudarme a ponerme de pie.
—Ya levántate.
—¡Solo si me dices qué es primero!
—¿Acaso no sabes qué significa la palabra sorpresa?
—No.
Steve deja escapar un suspiro y se detiene en seco, haciendo que choque contra su cuerpo. Levanto la mirada para poder verlo a los ojos y me cruzo de brazos.
—Solo dime que es, soy una excelente actriz, me hago la sorprendida.
Hago mi mejor cara de sorpresa y Steve no se ve impresionado en lo más mínimo.
