t r e i n t a y s e i s

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Nueva Jersey, 1970

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Nueva Jersey, 1970.

El plan suena más sencillo de lo que en realidad es: Tony, tiene la misión de ir por el Tesseract. Steve debe buscar las partículas Pym para que podamos largarnos de aquí y yo... yo tengo que causar una distracción.

Lo cual es mi especialidad.

El problema es que, no tengo la más mínima idea de qué hacer, y... mirando el reloj en mi muñeca, tengo segundos para que se me ocurra algo. Cualquier cosa.

Piensa, Riley, piensa.

Vamos bajando por un pequeño elevador que huele a humedad y encierro. No tiene música. Una lástima.

Las puertas se abren en la primera parada, y concentro mis ojos en el suelo para no dedicarle a Stark una sospechosa mirada que pueda ponernos a todos en problemas. Me digo a mi misma que no saco nada partiendo mi cerebro en busca de una solución que solo llegará en el último momento, como suele pasarme la mayor parte del tiempo, pero el hecho de que estoy media oxidada en esto de las misiones, sobre todo cuando tengo que ir completamente sola, hace que los nervios terminen por consumirme.

—¡Buena suerte en tu misión, capitán! —dice Tony al bajarse del elevador y Steve lo fulmina rápidamente con la mirada, tratando de mantener las apariencias frente a la mujer de peinado de hongo en una de las esquinas del elevador, la cual sonríe en dirección a Steve una vez que las puertas se cierran.

—¿Es nuevo aquí? —pregunta ella completamente ignorando mi presencia, lo cual es algo bueno, supongo.

—No, en realidad no —responde Steve sin voltearse a mirarla.

Las puertas se abren una vez más y me bajo del ascensor con la espalda recta sin regalarle una segunda mirada ni a la mujer ni a Steve.

El corredor está bastante concurrido. Llevo puesto un traje de secretaria que es bastante incómodo y hace que mis caderas se vean gordas, sin mencionar que la chaqueta de tweed me pica en el cuello. Me rasco lo más disimuladamente posible y camino por el pasillo buscando mi próxima víctima.

Según Stark, tengo varias opciones. En la tercera puerta a la derecha hay un pequeño laboratorio en el que podría causar un incendio. Al final del pasillo hay un baño, podría tapar todos los retretes con papel higiénico y después dar las cadenas.

Pero... también, dos puertas a la izquierda del baño hay una pequeña oficina con un sistema de comunicación.

Ahí es donde me dirijo.

La oficina es pequeña, y está oscura. No prendo ninguna luz para no llamar la atención. Hay unos cuantos teléfonos, y unas máquinas enormes con tuercas del tamaño de mi rostro, que sueltan chirridos mientras dan lentas vueltas.

Sin perder el tiempo, tomo uno de los telefónos y me lo llevo al oído, hay una pequeña lista pegada en una de las murallas, achico los ojos para poder ver mejor. 

carry on | steve rogers | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora