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—Soy inevitable.
Mis ojos se encuentran con Tony en medio de la batalla, y cuando me doy cuenta de lo que planea hacer, ya es demasiado tarde.
Thanos se mira el dorso de la mano, y todo el color en su rostro desaparece.
—¡No! —grito pero no hay forma que desde esta distancia pueda escucharme. Sabemos lo que el poder de las gemas es capaz de hacer, y Tony es un idiota si piensa que puede soportarlas él solo. Vimos lo que le ocurrió a Banner cuando intentó hacer lo mismo, ¿cómo demonios no se da cuenta?
Pero ya es demasiado tarde.
—Tony, no.
—Y yo... —dice Stark, el poder de las gemas pasándole la cuenta, puedo verlo en la mueca que desfigura su rostro—. Yo soy IronMan.
Y entonces, chasquea los dedos.
{...}
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Zara no me ha quitado la vista de encima desde que mi llamada con Steve finalizó. Ha pasado un par de horas desde que escuché su voz por última vez.
Todos los canales de televisión están cubriendo la batalla. Los drones no duran demasiado alrededor de la batalla, la mayoría de ellos son derribados a los minutos de llegar. Pero al parecer hay más de donde esos salieron, porque hasta ahora, la transmisión no se ha visto interrumpida por más de un par de minutos.
—¡No puedo creer lo que le hicieron a mi papel mural! —dice Agnes. Una anciana que vivía en este apartamento durante el chasquido, apareció en su habitación un par de horas atrás y no se ha querido marchar sin importar cuantas veces Zara trató de explicarle que el departamento ya no le pertenece.
—Has dicho eso ya diez veces, Agnes.
—¡Es que su mal gusto me sorprende! —dice elevando las manos en el aire, y qué daría por encerrarla en un armario y no dejarla salir nunca—. ¡Sobre todo estos muebles! ¿Dónde los compraron? ¿Ikea?
—¿Por qué no mejor vas a ayudarle a Sofía en la cocina? —pregunta Zara fingiendo una sonrisa.
La pobre Sofía lleva horneando como loca desde que las noticias comenzaron su transmisión. Hasta ahora ya ha sacado cuatro bandejas de galletas de horno, y no muestra ningún indicio de querer detenerse. Al menos no pronto.
