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—Lo siento —susurra la muchacha que nos abrió la puerta recibiendo la botella de vino que Rhodey le tiende con una sonrisa avergonzada—, pensé que Riley les habría dicho que era una fiesta fiesta.
Natasha niega con la cabeza y sacude una de sus manos en el aire, pero puedo ver en lo rígido que se encuentran sus hombros, que ella había pensado lo mismo que todos nosotros. Que sería algo relajado, un par de bromas por aquí y por allá.
Pero siendo sinceros, conociendo a Riley, debimos habernos esperado algo como esto.
Sacudo la cabeza escondiendo una sonrisa.
Mis ojos la buscan por entre la gente aunque trate de evitarlo.
Esta bailando con un muchacho al que no conozco.
La sonrisa en mis labios se desvanece, y avanzo por entre el departamento solo porque Nat jala de mi brazo obligándome a hacerlo. Lo último que veo es como él susurra algo en el oído de ella, y Riley echa la cabeza hacia atrás riendo.
Mi estómago se aprieta en un nudo y agradezco a todos los Dioses cuando los chicos deciden estacionarse en el balcón del departamento, el cual es tan grande, que seguramente uno podría dar un par de vueltas en bicicleta.
Al costado derecho del balcón hay una pequeña terraza. Unos cuantos sofás rodeando lo que parece ser un brasero encendido para que las personas que decidan quedarse afuera, en este caso nosotros, no mueran de frío.
Natasha me obliga a sentarme en uno de los sillones y luego me mira con una ceja alzada.
—Tienes que dejar de hacer eso ahora mismo —dice ella cruzándose de brazos y haciendo el mayor esfuerzo para mirarme como si de verdad estuviera enojada.
Apoyo la espalda en el acolchado respaldo del sofá.
—¿Qué cosa?
—Mirarla como un perrito abajo de la lluvia, como si estuvieras muerto de frío —ella niega con la cabeza—. Ya fue suficiente.
—Estás completamente equivocada, no la miro como un perrito...
—Literalmente la miras como si estuvieras diciendo: "Por favor tómame en tus brazos y adóptame." —dice ella imitando una voz chillona.
Niego con la cabeza y me encojo de hombros.
¿Qué más se supone que tengo que hacer?
Escucho como Nat suspira a mi lado y al levantar la mirada la veo pasándose los dedos por el cabello, peinándolo nerviosamente.
Antes de hablar, ella se cerciora que el resto del equipo esté preocupado de sus propias conversaciones, luego se inclina hacia mi y frunce el ceño.
—¿No crees que es más fácil decirle la verdad? —pregunta ella, toda la diversión que había estado bañando sus ojos se desvanece, sus hombros vuelven a tensarse.
