n u e v e

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—¿Una fiesta? —pregunta Zara alzando una ceja

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—¿Una fiesta? —pregunta Zara alzando una ceja.

Asiento en silencio y sigo pasando la escoba por el suelo de la cafetería mientras ella termina de cuadrar la caja al otro lado del mostrador. Ya cerramos las persianas de acero, porque aunque sea difícil de creer, incluso si se desvaneció la mitad de la población, aún hay ladrones, uno pensaría que la selección natural se habría deshecho de ellos en el chasquido, pero no fue así.

Llevo tres semanas trabajando en la cafetería, y la cafetería ya es parte de mí y yo soy parte de ella. Conozco a los clientes, ellos me conocen a mí, incluso me saludan al entrar. Conozco sus ordenes de memoria, y sus pequeñas mañas.

Sé que a Doris, le gusta llevar galletas extra para compartirlas con sus nietos y gatos, sé que a Patrick, le gusta llevarle un café a su secretaria porque lleva enamorado de ella por dos años, sé que Jenna prefiere la leche de almendras y que también es parte del club de "Salvemos a las ballenas del Hudson".

No es que sea chismosa, pero algo de entretenido debe tener estar bañada en harina veinticuatro horas al día.

—Hace casi dos años que no voy a una fiesta de verdad —digo apoyando la escoba en la pared, recordando todas las fiestas que Zara, Sofía y yo organizamos durante nuestros años de locura, después de que nos separamos fui a varias, pero ninguna podía llegar a compararse a la que organizábamos nosotras, y todos los que alguna vez asistieron a alguna (y recuerdan lo suficiente) pueden asegurarlo.

—¡APOYO ESA IDEA! —chilla Sofía desde la cocina, mientras termina de hornear los pasteles para mañana.

Zara alza la mirada desde detrás del mostrador y me mira con ojos entrecerrados.

—¿Y a quién invitaríamos? —pregunta con una sonrisa burlona.

—A todo el mundo —digo—. Podemos poner un anuncio en la radio como en esa película, ¿como se llamaba...?

El eco de la carcajada de Sofía llega hasta nuestros oídos y Zara esconde una sonrisa.

—Está bien —dice ella—, de todas formas podemos decirle a Jason que traiga a sus amigos, pero...

Trato de contener la sonrisa que esta a segundos de acalambrar mis mejillas.

—Riley, necesito que me prometas, que esto no es una forma de apagar tu cerebro por una noche como solíamos hacer antes.

Por supuesto que es una forma de apagar mi cerebro por una noche, ¿acaso no me conoce? ¿Cuál piensa que es mi razón? ¿Socializar? ¿Con los amigos de Jason? Con algunos sí, pero borracha, sino no me apunto.

—¡Por supuesto que no Zara! Solo quiero pasarlo bien un rato, eso es todo...

Sofía llega desde la cocina con el delantal lleno de harina y dos tartas de frutas, una en cada mano, y las pone en el mostrador, ahorrándonos trabajo para mañana.

carry on | steve rogers | TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora